Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Autonomías
La previsión falló. Ni el frente internacional reconoció la República catalana, ni España se ha deconstituido pese a los esfuerzos sin tregua de la extrema izquierda y los nacionalismos.
Hasta el 1 de octubre de 2017 -fecha en que se celebró el referéndum ilegal de autodeterminación- y los días que le sucedieron, el independentismo catalán había depositado sus esperanzas en los denominados frente internacional y frente interior. Por un lado, el independentismo confiaba en que algunos países de la Unión Europea, así como otros Estados extracomuniarios como Israel o Rusia, reconocerían de facto la República catalana. Por otro lado, el independentismo confiaba también en la quiebra del 'régimen del 78' que inauguraría un proceso deconstituyente que abriría la puerta -adiós al Título VIII de la Constitución que habla De la Organización Territorial del Estado y establece el «derecho a la autonomía» de acuerdo con el artículo 2 que «reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones»- al inexistente derecho a decir de Cataluña.
La previsión falló. Ni el frente internacional reconoció la República catalana, ni España se ha deconstituido pese a los esfuerzos sin tregua de la extrema izquierda y los nacionalismos.
Así las cosas, el nacionalismo catalán, además de seguir dando la vara en la Unión Europea y predicando tozudamente la autodeterminación y la independencia en las 'embajadas', apunta también en otra nueva dirección. El nuevo relato: las autonomías están superadas al haber fracasado y por ello habría que ensayar un nuevo modelo. Traduzco: autodeterminación. No es cierto que las autonomías hayan fracasado. Sí es cierto que ha fracasado el intento del independentismo catalán para hacer fracasar las autonomías. La prueba del éxito de las autonomías lo brinda la aplicación del artículo 155 de la Constitución que suspendió temporalmente la autonomía de Cataluña para recuperarla en un período máximo de seis meses, que fueron menos.
En cualquier caso, no habría que despreciar la idea de replantear el aistema autonómico: ¿por qué no tasar y cerrar las competencias a la carta para proteger -como señala la Constitución- el «interés general»?