Jordi Solé Tuyà - Tribuna Abierta
La dependencia de la banca tradicional, el gran lastre de unas pymes españolas cada vez más vulnerables
España es a día de hoy el país de la Unión Europea con el porcentaje más alto de pymes en situación de vulnerabilidad económica
La pequeña y mediana empresa es el gran motor de la economía en España, sin embargo, cada vez son más las compañías que se encuentran en situación de vulnerabilidad económica. Hay muchos factores que entran en juego en esta ecuación de la que todos salimos perdiendo, pero el foco principal recae en la excesiva dependencia de la banca en cuestiones de deuda, una barrera cultural que nos lastra respecto al resto de países de la zona euro.
En su más reciente encuesta sobre el acceso a la financiación de empresas, publicada esta misma semana, el Banco Central Europeo (BCE) revelaba que España sigue siendo a día de hoy el país de la Unión Europea (UE) con el porcentaje más alto (7,1%) de pymes en situación de vulnerabilidad económica. Estos datos, pese a estar en línea con los recabados años anteriores, son preocupantes, al estar hasta dos puntos porcentuales por encima de la media comunitaria.
Este problema, sin embargo, viene de muy atrás, pues con anterioridad a la pandemia, las pymes en España ya presentaban un mayor grado de endeudamiento que sus homólogas europeas. Esta situación, a su vez, se ha visto agravaba todavía más porque el apoyo del Gobierno de España a este tipo de empresas ha sido en forma de más deuda -con los préstamos ICO-.
Si comparamos la situación con otras naciones de la UE, el nivel de vulnerabilidad económica es mayor, con Italia registrando un 5,5% en los últimos datos, Francia un 5,6% o Alemania un 3%, entre otros. La gran diferencia respecto a España es que estos países han dado mayor importancia a ayudas de otro tipo, especialmente las que son a fondo perdido que no suponen más deuda para las empresas.
Todo esto, sumado a que las pymes españolas históricamente han obtenido márgenes más reducidos, crea un ecosistema en el que nuestras empresas se encuentran en una situación de especial dificultad respecto al resto de pymes de la UE. De este modo, garantizar el acceso a la financiación se convierte en una cuestión cada vez más prioritaria para nuestro Gobierno.
A mayor endeudamiento, mayor será la vulnerabilidad de las empresas. Si a esta premisa añadimos que, tal y como hemos comentado, la mayor parte de esta deuda está concentrada en el sector bancario, la vulnerabilidad económica es todavía más grande respecto a otros países, al depender las pymes casi en su totalidad de la banca.
La pregunta que surge a partir de aquí es clara: ¿Qué dificultades se encuentran las pymes en España para acceder a otros métodos de financiación? En línea generales, podemos afirmar que se trata de una barrera cultural sustentada en el arraigo con la banca tradicional, que a lo largo de los años ha acaparado financiaciones tanto en inversiones como en circulante. Esta tradición ha sumido a las empresas en un aparente confort que las ha abocado a la renuncia de explorar otras opciones, como si han hecho nuestros vecinos comunitarios.
Este costumbrismo se traduce en un empresario adormecido que, tácitamente, renuncia a opciones más interesantes. Ello ha provocado, al mismo tiempo, una pérdida de cultura financiera y de no mirar más allá de la banca, que ahora dificulta entender y acceder a opciones novedosas en materia de financiación.
Volviendo a los resultados de la última encuesta del BCE, de cuyos participantes el 91% eran pymes, podemos ver como estas empresas, tanto a nivel europeo como en España, están atravesando una fase de cambios estructurales. La preocupación por el acceso a financiación externa es cada vez menor, pero sus condiciones de acceso presentan grandes diferencias entre países, con España, en líneas generales, a la cola.
Si se quiere resolver la problemática española hay que tener claro que no será posible implementar todos los cambios necesarios de un día para otro. Por ello, es necesaria una apuesta de país a medio-largo plazo, impulsada por un Gobierno valiente y decidido, dispuesto a asumir riesgos electorales a corto plazo. Para obtener recompensas a corto-medio plazo, hay que asumir sacrificios a corto plazo.
Si repasamos las medidas y políticas implementadas hasta ahora, nos damos cuenta de que ha sucedido lo inverso a lo aquí planteado. Es decir, se ha decidido aliviar los problemas actuales traspasando el sacrifico a las generaciones futuras. ¿Cómo? Sufragando las pérdidas actuales con deuda que devolverán las próximas generaciones, incrementando el déficit público que devolverán estas mismas o no reformando el sistema de pensiones, entre un largo etcétera.
En definitiva, las pymes españolas deben empezar a abrirse a explorar opciones de financiación más allá de la banca tradicional, que hagan converger su estructura de balance con la que ya tienen las pymes europeas con menor dependencia de la banca. Además, será conveniente explorar otras opciones que transciendan la forma de financiación en forma de deuda, abriéndose a incorporar socios inversores en el capital de la empresa que, mediante ampliaciones de capital, aporten recursos que no impliquen una devolución que comprometa el cash-flow que genera la empresa y que le permita recuperarse más rápidamente. Aunque estas alternativas puedan parecer más caras, hay que asumir riesgos que traerán grandes beneficios a medio-largo plazo.
Jordi Solé Tuyà es director ejecutivo de Kreedit