Jordi Clos: «Colau no vive en la realidad sino en la ideología»

El empresario hotelero y mecenas habló en el Círculo del Liceo sobre las luces y sombras de la Barcelona del siglo XXI

Ada Colau, ayer en una comparecencia junto a Joan Laporta EP

Sergi Doria

Para hacer honor a su nombre, la sociedad civil ha de vindicarse con hechos. Por ejemplo, el Círculo del Liceo, 175 años, foro de libertad que no se limita a la música, sino que se preocupa de los trabajos y días barceloneses. Por ejemplo, Jordi Clos (Barcelona, 1950) empresario de la cadena internacional Derby Hoteles y mecenas de la Fundación Arqueológica que creó en 1992. Su Museo Egipcio de Barcelona celebra el aniversario con una exposición del templo de Ptolomeo I ; para Clos, el descubrimiento más importante de medio siglo de expediciones egiptológicas.

Autor del plan estratégico que puso Barcelona en el mapa global –de cuatro millones de pernoctaciones en 1992 a las veinte actuales– el presidente del Gremio de Hoteles recuerda un viaje a Estados Unidos de aquella época: «Hablabas de Barcelona y los americanos la situaban en el sur de España o el norte de África».

Con el mandato municipal de Colau, explica, la ciudad que hace dieciocho años estaba en el 'top ten' ha pasado al farolillo rojo . En términos futbolísticos, de ganar la Liga a descender a segunda.

'Turismofobia'

Colau y el secesionismo, que provocó la huida de seis mil empresas, han compuesto una tenaza letal. La 'turismofobia' de los comunes es incapaz de gestionar un sector que representa el 14 por ciento del PIB . «No entienden la economía de una ciudad», lamenta Clos: «Aprovecharon el caos de los apartamentos turísticos –catorce mil, entre legales e ilegales– para atacar al sector hotelero y ahora se les ha metido en la cabeza legalizar las habitaciones turísticas». Sin turismo, advierte, «Barcelona acabaría como Detroit cuando dejó de fabricar coches».

Aunque ha tenido que rectificar su negativa ante el Mobile o la Copa América , la alcaldesa y su equipo se aferran a la cultura del no –a los hoteles, al aeropuerto o al Hermitage–, «menos a lo que se les ocurre a ellos», ironiza. Culminar el área metropolitana –resulta absurdo que Hospitalet y Barcelona legislen diferente a un lado y otro de la acera– es absolutamente necesario. Para conseguirlo, concluye Clos, «necesitaríamos el juego limpio del Ayuntamiento que ahora no tenemos: Colau no vive en la realidad, sino en la ideología.

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