El independentismo se viste de 15-M en Universitat

Cientos de jóvenes acampan desde el pasado miércoles en el centro de Barcelona

Organizan charlas, reciben donativos y se preparan para la próxima fase de protestas callejeras

Los estudiantes acampan desde el miércoles en la Gran Via EFE

Miquel Vera

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Unos cientos de jóvenes y adolescentes independentistas acampan desde el miércoles en el centro de Barcelona. Así, la populosa plaza Universidad ha mutado rápidamente en una suerte de poblado improvisado con decenas de tiendas, consultorio, una zona de prensa, generadores eléctricos, espacios comunes y hasta una cocina con una barra en la que se regala comida y bebida por doquier. La intención de los allí desplazados es ocupar el máximo tiempo posible el espacio público y para ello han constituido un sistema de «comisiones» con el que garantizan alimento, bebida, seguridad, lecho y hasta pasatiempos a los concentrados. Los conciertos, proyecciones y charlas se suceden día tras día.

En los últimos días, la zona se ha transformado rápidamente en una comuna por la que van pasando variopintos grupos sociales en sucesivas asambleas y actos politicoreivindicativos. «¡Este no es tu sitio. Esto no es el 15-M!», le espetó una mujer a otra mientras exponía los problemas del movimiento indígena en la asamblea este viernes. La masa gritó contra el racismo y la discrepante se fue. La anécdota ilustra la metamorfosis que vive el independentismo en este laboratorio en pleno centro a escasos días de las Elecciones Generales.

Por aquí van pasando reivindicaciones de todo pelaje: de indios «naca» de Colombia a autoseñalados representantes del pueblo kurdo despliegan sus argumentarios ante la masa congregada en Universidad. No obstante, algunos observan callados como esta acampada independentista deriva rápidamente en un «totum revolutum» con aroma a los campamentos que dieron lugar a Podemos en Madrid y Barcelona . Así, entre asamblea y pasacalles y amparados por las sucesivas huelgas estudiantiles que viven las aulas catalanas, los jóvenes independentistas que hace una semana lanzaban piedras a la policía aparcan, al menos de momento, esteladas y gritos por «los presos políticos» y se diluyen en un marasmo reivindicativo que mira a las calles de Latinoamérica. Por su parte, los Mossos d’Esquadra tienen activado su servicio de mediación para negociar con los acampados un ligero cambio de ubicación de las tiendas para evitar que la acción de los jóvenes afecte a la movilidad de la ciudad.

Juegos en una calle cortada cerca del campamento ADRIÁN QUIROGA

Indefinidamente

«Aquí estamos indefinidamente», proclaman los concentrados. Para garantizar la subsistencia del campamento «14 de octubre» -nombre en honor a la fecha en que se dio a conocer la sentencia a los organizadores del 1-O- hay encargados de recibir comida y provisiones en general. «Estamos desbordados» , afirman orgullosos los responsables de la despensa. De hecho hace días que solo aceptan comida sin gluten, hielo y preservativos. También generadores y baterías portables son bienvenidas.

Como sus participantes, el campamento es hiperactivo en la red (especialmente en Instagram) y su media de edad apenas supera los 18 años. No obstante, por el lugar también se ven madres merodeando para asegurarse de que a sus jóvenes «14-O» no les falte de nada. Antes de irse, muchas dejan un donativo en una urna del 1-O sellada con bridas que hace a las veces de «caixa de resistencia». Vendedores de ambulantes de cerveza también abundan por el lugar aunque el campamento es una zona «libre de alcohol», según afirman sus responsables. «La acampada, espacio de lucha. Prohibidas bebidas alcohólicas» , sentencia un pancarta. “(A partir de las 12)”, matiza una escritura posterior.

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