El flamenco y el mariachi se hermanan, para despedir la pandemia, este sábado en el Tradicionàrius
Georgina Rubio presenta su disco debut La Bien Pagá
Georgina Rubio llegó hace casi 20 años a Barcelona, desde su natal México. Hace dos años, cuando la pandemia comenzaba a cuajar por el mundo, Georgina concluía su álbum debut, un viaje a la mitad entre esos dos mundos que le han dado abrigo. Para ello, preparaba una campaña de crowdfunding y su debido concierto, en el Centre Artesà Tradicionàrius, del barrio de Gràcia, uno de los hogares por excelencia de los proyectos latino-barceloneses que tanto enriquecen esta ciudad. Quería devolverle a la Barcelona que la acogió un homenaje, en rumbas y bulerías, pero también en huapangos, que recordaran su origen. Su disco 'La Bien Pagá' versiona canciones populares del flamenco al mariachi y canciones imprescindibles del folclor mexicano al flamenco, como el Cucurrucucú o La Llorona, entre otras.
Pero el universo tenía otros planes y, de un día para otro, Georgina, como prácticamente todas las personas del mundo, se vio a sí misma encerrada en casa, con un disco por sacar, sin conciertos y sin saber qué hacer para ayudar al número ingente de personas que estaban pasándolo peor que ella. Tras la muerte de un ser querido, decidió que no podía quedarse callada, que necesitaba «cantar su tristeza» , compartirla, sacarla de su ser, como mejor sabe hacer y como le dictó su corazón. Abrió su micrófono, lo acercó a la ventana y cantó. Su patio de manzana de l'Eixample Esquerra le agradeció el gesto. Y le pidió que lo repitiera al siguiente día. Tras el paso de los días lo que empezó de manera intuitiva como una terapia se convirtió en la dinámica de #RadioPatioBCN, con peticiones musicales de y desde todo el mundo, que Georgina complacía asomada por su ventana y a través de sus RRSS. Regaló su voz, a cambio de aplausos, acompañamiento y una razón para levantarse cada día durante un periodo en el que sus ingresos por bolos se fueron al suelo.
Conforme las restricciones sanitarias aflojaron, también Radio Patio vio su fin. Rubio regresó a cantar junto a sus colegas mariachis, prácticamente solo en funerales . Acostumbrada a cantar en serenatas amorosas, bodas, fiestas de cumpleaños, festejos mexicanos, se encontró nuevamente acompañando a las personas en sus peores momentos, como lo había hecho durante el confinamiento más severo, a través de sus conciertos vespertinos, «al finalizar los aplausos». En su país, sus paisanos hacían lo propio. En México, hubo músicos que murieron tras haberse contagiado tocando en funerales para sobrevivir, reportaba el New York Times en 2021.
Sin embargo, a pesar de que el panorama mundial no mejoraba, Rubio lanzó el crowdfunding, seguido de su disco. Sus vecinos se volvieron sus seguidores más fieles. «¿Cómo fallarles?». Compraron sus discos, la alentaron cuando más lo necesitó y este sábado 5 de marzo le apoyarán cuando presente, por fin, después de varios aplazamientos, el material en vivo, con sus mariachis, la guitarra y el cajón, en el Centre Artesà Tradicionàrius, del barrio de Gràcia de Barcelona . Las entradas se pueden conseguir en su web http://www.georginarubio.com.
El concierto también se podrá seguir en streaming , para los que no puedan acercarse al recinto o estén en otro país. El homenaje no es solo para la ciudad que le arropó hace tantos años, sino también para los barceloneses que le adoptaron en 2020 , uno de los peores años que ha vivido la música en vivo en esta tierra de músicos.
«En esta Barcelona de ahora mismo a nuestros muertos los despedimos ya de muchas maneras. También a la mexicana », auguraba Arturo San Agustín en 2017, tras escribir en La Vanguardia sobre el funeral del chef Manel Marqués, en el que cantó Georgina Rubio. Será pues su concierto de este fin de semana también una despedida, una que le diga adiós a todos esos pesares a los que el flamenco y el mariachi siempre le han cantado, que han llovido duro y tupido los últimos dos años. Ahora toca bailar unas buenas rumbas y gritar alguno que otro ay, ay, ay. El lunes, Dios dirá de qué nos despediremos. Eso sí, que nunca falte la música, ni en nuestros peores ni mucho menos en nuestros mejores momentos. Mucha mierda, Coquis.
Noticias relacionadas