«El escritor debe zarandear al lector para que siga leyendo»
Chufo Llorens recorre el primer tercio del siglo XX en «El destino de los héroes»
Han sido cuatro años, de lunes a viernes, a razón de cuatro o cinco horas diarias cada tarde y con algún problema de salud felizmente superado. Tras su recreación de la Barcelona modernista en «La ley de los justos», Chufo Llorens recorre el periodo de entreguerras en «El destino de los héroes» (Grijalbo), con paradas en París, Madrid, el Rif y San Sebastián.
Si en el título anterior recogió episodios biográficos de sus antepasados paternos, en «El destino de los héroes», Llorens salda una deuda con su familia materna: «La realidad supera la ficción, pero si, buceando en documentos antiguos, solo hubiera encontrado personajes planos con vidas anodinas, no habría emprendido la tarea», subraya.
Personajes como Nachita , la primera esposa de su abuelo, de cuya existencia se nutre el personaje homónimo. O su tío Francisco , soldado en el Rif, al que una bala destrozó la ingle: «Primero lo dieron por muerto y lo echaron al depósito de cadáveres y luego le amputaron la pierna, sin anestesia, mientras inhalaba éter y mascaba un puro de goma», explica. Tras el desastre de Anual, Francisco se dedicó a la aviación y promocionó los motores Hispano Suiza instalados en los aviones Breguet los únicos que podían hacer frente a la escuadrilla del Barón Rojo : «Tuvo un accidente en el desierto y los tuaregs los rescataron a cambio de ochenta kilos de sal», acota.
Llorens combina personajes de la Historia con criaturas novelescas como el aristócrata José Cervera y la parisina Lucie Lacroze de cuyo matrimonio nacerán Félix, Pablo y Nicolás en la torturada Europa del primer tercio de siglo XX y una España que asiste en 1930 al pacto de San Sebastián y la crisis de la Monarquía alfonsina.
¿El secreto de Llorens, que antes de escritor fue empresario de espectáculos, para anudar al lector a las casi novecientas páginas de «El destino de los héroes»? La misión del escritor, apunta, «es zarandear al lector para que siga leyendo con pequeñas anécdotas… Hacen que se amarre a la historia y la disfrute».
Una fórmula infalible que explica los setecientos mil ejemplares vendidos de «Te daré la tierra», «Mar de fuego», o «La ley de los justos» .
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