Coronavirus

Cuarentena a distancia

«Desde que te fuiste dejaste de pensar solo en ti»

Un comercio cerrado por el coronavirus EFE

Tábita Forja

Desde que empezó a expandirse el miedo por el coronavirus todo ha ido cambiando. El día a día, la cantidad de gente en la calle, nuestras rutinas, todo. Hace un tiempo nos tuvimos que acostumbrar a vivir lejos de todo lo que conocíamos, a compartir nuestros espacios, y ahora nos toca -como a todos- acostumbrarnos a la cuarentena .

Vivir en un piso de estudiantes en Barcelona se asocia generalmente con fiestas, botellones, barbacoas entre amigos... Es un ambiente ameno donde se comparten diferentes costumbres, culturas y alguna que otra borrachera. Sin embargo, este significado ha cambiado totalmente con la cuarentena que se está viviendo en España.

Para nosotras -dos venezolanas y una uruguaya- tal vez lo más difícil no ha sido lidiar en carne propia con el coronavirus. Estamos sanas, no tenemos ninguna patología previa, estamos tomando las precauciones necesarias y nos estamos quedando en casa. Todo empeoró cuando empezaron a llegar las noticias de que en nuestros países se estaban dando casos positivos de coronavirus . Países con menos recursos, menos educación, menos medicamentos… el miedo se apoderó de nosotras .

Si algo es evidente, es que es muy difícil estar quieto en casa, sin salir. Pero es aún más difícil estar quieto y preocupado por tu familia : aquella que está en cuarentena al otro lado del océano, aquella que escucha que «hay que lavarse las manos frecuentemente» pero pueden pasar una semana sin agua potable . La cuarentena se hace casi insoportable en esta situación, no hay distracción lo suficientemente poderosa como para alejarte de esos pensamientos.

Desde que decidimos salir de nuestros países es costumbre llamar a nuestras familias diariamente o una vez cada dos días. Ahora recibimos tres o cuatro llamadas diarias para comprobar que no salimos, cómo nos sentimos, si tenemos comida suficiente. Llamadas constantes por Skype y Facetime, eso sí, cuando el WiFi se lo permite. Nos escuchan estornudar, seguramente por las alergias de la primavera que ya se acerca, o se nos escapa una pequeña tos y ya no hay quién viva en paz. «¿Qué te estás tomando? ¿Fuiste a Urgencias? ¡No salgas a la calle!». Qué complicado es darles tranquilidad a nuestros padres cuando los tenemos tan lejos . Ojalá mamá estuviese aquí para medirme la temperatura o para darme un antialérgico. Pero mamá está a ocho horas de vuelo y aquí tenemos cinco horas más.

Todos hemos escuchado diferentes posturas desde que surgió la epidemia del Covid-19. Que solo afecta gravemente a los ancianos, que a los jóvenes no nos pasará nada, que lo más responsable es quedarse en casa, entre otras cosas. Para algunos la mayor preocupación es que ya se terminaron todo el catálogo de Netflix y que ya no saben qué hacer en sus casas, mientras que para otros el saber que no podrán enviar medicinas ni comida a sus familias en el exterior porque la oficina de mensajería está cerrada es casi una declaración de guerra .

Aparte de esto, hay otra gran preocupación: los trabajos . Cuando vives solo en otro país trabajar significa mucho más que solo cobrar a fin de mes, es una sensación de orgullo. Quizás nunca trabajaste en tu país, pero desde que decidiste irte entendiste que encontrar un trabajo sería la única manera de tener una estabilidad mental y económica y, además, serías capaz de ayudar, aunque sea un poquito, a quienes dejaste en el aeropuerto cuando saliste con nada más que dos maletas y un sueño. El estado de alarma trajo como consecuencia el cierre temporal de muchos establecimientos . Si tu lugar de trabajo se encuentra en esa lista, empiezan aún más preocupaciones: cómo pagar el alquiler, cómo pagar la cuota de la moto, cómo voy a ayudar a mis padres, con qué compraré las medicinas de mi mamá… ya no piensas solo en ti, desde que te fuiste dejaste de pensar solo en ti .

Covid-19, llegaste en los momentos menos oportunos. Nos dejaste llenas de impotencia, sin poder ayudar a quienes más queremos, sin poder enviar medicinas a nuestros familiares. Estamos encerradas, quién sabe hasta cuándo, pero vamos a salir de esta .

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