CORONAVIRUS BARCELONA
Triste aniversario en el mercado de la Boquería
La instalación municipal de Barcelona celebra este jueves el 180 aniversario del inicio de sus obras con los pasillos vacíos y un aumento de las ventas online
Un aniversario que nada tiene de alegre. Hoy hace justo 180 años se colocó la primera piedra del actual mercado de la Boquería y la efeméride que tenía que ser una gran fiesta -aplazada ahora al 22 de octubre- llega con una estampa totalmente diferente a la que sus responsables, muy emocionados con la conmemoración desde hace tiempo, planearon durante meses: pasillos vacíos, puestos cerrados y paradistas con mascarillas que esconden el cada vez mayor desánimo por los pocos clientes que se adentran en el mercado por culpa de la crisis del coronavirus.
«Tenía que ser un gran día y es una de las peores épocas vividas no solo por nosotros, sino por toda la ciudad y el país», explica con pena a ABC el gerente de la asociación de comerciantes del mercado, Òscar Ubide, que reconoce que la instalación municipal «está muy vacía, aunque también es cierto que siguen abiertos establecimientos de todas las especialidades y se puede encontrar lo que se quiera de producto fresco».
Cierto es que una buena parte de los inquilinos ya ni suben la persiana estos días por la caída del visitante, sobre todo turista. En las últimas épocas de su centenaria historia, la Boquería se ha convertido en una atracción turística de primer orden y ha visto como parte de sus negocios se han reenfocado a la venta de productos listos para el consumo. Muchos de estos están optando por no abrir y quienes siguen montando la parada lo hacen recordando que «también damos un servicio a los vecinos del barrio , sobre todo los ancianos, que están acostumbrados a hacer la compra aquí».
La bajada de afluencia hace que los estrechos pasillos que serpentean entre los puestos no estén sufriendo aglomeraciones, como habitualmente, y no exista un gran riesgo de contagio. Además, el mercado ha incrementado sus protocolos e intenta que como máximo haya tres compradores aguardando tanda. También ha duplicado las rutinas de limpieza , que ahora se efectúan por la noche, como siempre, pero también de día.
Paradojas de la vida, la venta online , que se puede tramitar a través de la web del mercado y que actualmente ofrecen el 15 por ciento de sus comerciantes, se ha multiplicado por cuatro. También los pedidos telefónicos, que suponen una buena parte de los ingresos para quienes siguen trabajando.
«La gente tiene que comer y nosotros tenemos género. Lo único que nos faltan son más clientes», explica Puri, cuarta generación de una pescadería con su mismo nombre y más de 100 años de solera. Ella es relativamente positiva, y eso que parte de sus clientes son restaurantes que estos días no abren. «Llevo 43 años aquí y creo recordar una crisis similar en 1975, pero al final todos tenemos que comer» , defiende. Puri aconseja a sus clientes comprar hoy: «Igual mañana no tendré salmón, bacalao o rodaballo porque me viene del norte y quién sabe... pero qui no té un all té una ceba , sin pescado no se quedarán», asegura rumbosa.
Miquel Pascual es otro de los comerciantes, en su caso frutero, que sigue al pie del cañón y que trabaja relativamente tranquilo gracias a la separación de 1,5 metros que le aporta el mostrador. También ha habilitado un barreño con alcohol, sumado a geles hidroalcohólicos y guantes para evitar contagios. Entre sus habituales, comenta, detecta las incertidumbres de estos días, ya que «algunos cargan carros como nunca por precaución y otros compran muy poco y reconocen que lo hacen así para tener excusas para salir de casa y venir». «Impacta mucho ver el mercado así de vacío. Soy la tercera generación y nadie de mi familia lo había visto nunca así. Pero resistiremos», sentencia.