Crónicas pandémicas

El confinado Stefan Zweig

«¿Somos capaces de jugar contra nosotros mismos y salir airosos?»

Zweig, antes de partir en el exilio ABC

Sergi Doria

«La lista de muertos se va acrecentando de día en día… ¡todos, todos más jóvenes que yo!». No son muertos de coronavirus , sino de otra pandemia que aniquiló seis millones de seres humanos: el nazismo . Stefan Zweig, lo escribe el 13 de marzo de 1941 en un hotel de New Haven. Dirige la carta a su primera esposa Friederike (la correspondencia ha sido reeditada por Acantilado).

Cuando la Gestapo confiscó sus bienes en Salzburgo, el escritor huyó a Londres, hasta que los bombardeos de 1940 acabaron con lo que quedaba de sus libros y manuscritos: « Respecto a las confiscaciones te aconsejo que no te preocupes . Es casi mejor saber que todo se haya perdido de una vez en lugar de afanarse durante años por conservarlo para acabar perdiéndolo de todos modos».

Harto de vivir en hoteles, Zweig se confina en el 34 Rua Gonsálvez Díaz; en Petrópolis, a 68 quilómetros de Río.

Allí concluirá su autobiografía, El mundo de ayer. En esa estancia con una luminosa galería intenta olvidar Salzburgo: «Olvidarme de todo cuanto poseía, de la casa, de los libros, dándolo definitivamente todo por perdido».

El verbo «perdido» abunda en las últimas cartas del escritor. Zweig alterna la corrección de sus «memorias de un europeo» con una novela corta sobre el ajedrez «motivada por la compra que hice de un manual sobre este juego para distraer mi soledad».

Novela de ajedrez será la última obra de ficción del autor austriaco y El mundo de ayer se publicará en 1943, a título póstumo.

El Señor B, protagonista de Novela de ajedrez, ha sido secuestrado por la Gestapo en una habitación para someterlo a tortura psicológica: «Ninguna distracción, ningún libro, ni un diario, ni un rostro nuevo, ni un lápiz para poder tomar notas, ni una cerilla para jugar con ella… Nada, nada, nada».

Cuatro meses de interrogatorios para aniquilar mentalmente a un ser humano . Hasta que un librito, hallado en el bolsillo de un capote que cuelga en la sala donde aguarda a su inquisidor, le salvará la vida. Un manual de jugadas de los grandes campeones de ajedrez que el Señor B memoriza para disputar partidas contra sí mismo.

En los meses anteriores a su suicidio, Zweig se siente abrumado por la defunción de Europa: «Veo lo horriblemente turbia que es esta época: jamás fue asesinada en el mundo tanta gente y se han labrado tantas desgracias; la idea de que esto ha de seguir aún varios años es apenas soportable» (noviembre del 41). «Es horrible pensar que los crímenes de un solo hombre como Hitler van a perturbar por espacio de años las vidas de cientos de miles y hasta millones de personas» (diciembre del 41). «Después de esta guerra, que malgasta en un mes más de cuanto las naciones ganaron anteriormente durante años, todo quedará cambiado y mucho temo que los días de nuestra vejez no se verán exentos de ansiedades y dificultades; no hay en nuestra época más seguridades que en la época de la Reforma o en la caída de Roma» (4 de febrero del 42). El Carnaval de Río, del que no participa, ahonda su condición de exiliado. Zweig se despide de Friederike el 22 de febrero de 1942: «Petrópolis, al principio me gustaba mucho, pero no tenía los libros que necesitaba y la soledad, que me había causado un efecto sedante, había empezado a ser intolerable, opresiva …».

Tenemos libros que antes no leíamos y ahora podríamos leer. Y televisión, internet, Netflix, Whatsapp, Instagram, Twitter, Facebook… Pero, lo más importante: ¿somos capaces de jugar contra nosotros mismos y salir airosos? He aquí la cuestión.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación