Las excusas de Colau para despreciar el Hermitage en el Port de Barcelona

Cuatro informes encargados por el Ayuntamiento sobre la viabilidad económica, la accesibilidad, el emplazamiento y el objetivo cultural señalan dudas sobre el proyecto

Subirats y Sanz, este lunes en el Ayuntamiento EP

Portazo del gobierno de Ada Colau al Hermitage de Barcelona. Como era de esperar, y tres días después de que se conociera un manifiesto de 40 entidades a favor del proyecto, la franquicia del museo ruso que se tenía que proyectar en la nueva bocana del Port deBarcelona ha recibido un «no» del Ayuntamiento de la capital catalana.

«Los proyectos deben adaptarse a la ciudad, no la ciudad a los proyectos» . Con este argumento, la teniente de alcalde de Urbanismo de Barcelona, Janet Sanz, junto a su homónimo de Cultura, Joan Subirats, resumieron este lunes que, aunque con distintas temáticas y argumentos, los cuatro informes encargados coinciden en no dar el aval al museo. Cuestionan la idoneidad del emplazamiento por sus dificultades en movilidad y la saturación de la zona, su sostenibilidad económica e incluso el proyecto cultural. Ni siquiera el fichaje del arquitecto Toyo Ito, encargado de remodelar el primer diseño, ha servido para convencer al Consistorio.

El proyecto, que fue presentado de forma oficial en 2016, nunca ha gozado de excesiva simpatía por parte de los responsables municipales.Tanto es así que, desde que llegó al cargo en 2018, el entonces comisionado y ahora teniente de alcalde de Cultura ha mostrado no pocos recelos hacia el proyecto .

Uno de los informes presentados sostiene que «Barcelona no necesita el Hermitage». «Una franquicia de un gran museo no es un museo. Para serlo, es necesario un proyecto cultural específico capaz de definir una institución singular», constata exdirector del CCCB, Josep Ramoneda, en un texto que, a modo de apostilla, concreta que «algunas de las ideas de este documento han sido compartidas con Pepe Serra, director del MNAC, Judit Carrera, directora del CCCB, y Marko Daniel, director de la Fundació Miró». El propioSerra ponía en duda la semana pasada, durante un acto del MNAC, que el Hermitage fuese una prioridad. «Hay mil cosas más prioritarias, incluso colecciones públicas mal expuestas, museos divididos por ordenar...».

Subirats comentó que ven « inquietudes e interrogantes » como su «compleja estructura organizativa» –por la existencia de la Fundación HBcn y del planteamiento de reparto de dividendos– y un «exceso de optimismo del informe económico».De hecho, otro de los informes concluye que solo se contempla «un único escenario de futuro» y «cifras de visitantes que pueden estar sobrevaloradas».

«La estación de Metro más cercana, la Barceloneta, está a casi dos kilómetros», añadió Sanz sobre su accesibilidad, tras recordar que al Hermitage solo se podría llegar con una línea de bus o en vehículo privado, aunque la zona «es un cul de sac». La concejal aprovechó también los desperfectos por la borrasca Gloria para avisar de que el litoral barcelonés « es muy frágil , y este punto [la nueva bocana], exageradamente. Cada vez habrá más temporales», dijo.

Otros emplazamientos

Con todo, el Consistorio se mostró abierto a aceptar alguna alternativa. «Si se reformula la propuesta actual o existe un proyecto más realista lo estudiaremos e incluso lo podemos llegar a acompañar», comentó Sanz. El informe urbanístico incluye emplazamientos que sí cumplirían los criterios que desea el Ayuntamiento. Serían, por ejemplo, la zona del tramo final de la Rambla Prim, el entorno de las 3 Xemeneies o la parte final de la avenida Paralelo y el World Trade Center.

Desde el terreno político, la oposición no dudó en calificar de gran error el rechazo al proyecto. Así, desde JpC, Ferran Mascarell lamentó la «falta de seriedad para relacionarse con un proyecto privado que puede ser de interés para la ciudad», y Luz Guilarte, de Cs, lamentó que «los prejuicios ideológicos del gobierno van a impedir la instalación de un proyecto cultural de esta envergadura». Además, el edil Manuel Valls instó al bipartito a «demostrar ahora que piensan en el crecimiento de Barcelona y que no contribuyen a poner palos en las ruedas». Óscar Ramírez, del PP, criticó que el proyecto «lleva más de siete años de espera por cuestiones ideológicas».

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