Cerrado por cuarentena voluntaria

Una familia china con un bar en Barcelona vuelve a trabajar tras un viaje a su país

Cristina, con el bar ya abierto. INÉS BAUCELLS

Tábita Forja

Con los buenos días, una gran sonrisa y un olor intenso a café nos recibe Cristina , ciudadana china que vive en Barcelona y regenta el bar El Sol , de la calle Castillejos, uno de los muchos negocios antaño propiedad de autóctonos traspasados a ciudadanos originarios de este país asiático.

El bar cuenta con una terraza, que a esta hora de la mañana se encuentra vacía, y varias mesas en el interior. La música tradicional china y el telediario de Antena3 completan la atmósfera del bar. Dos señores ocupan una de las mesas y conversan animadamente con Cristina. «Yayo feo, ¿quiere un café o no?», pregunta ella entre risas, a lo que el yayo responde: «Mujer, un vinito mejor».

Los clientes entran y salen sin parar. Cristina no necesita preguntarle a nadie qué quiere, ella ya lo sabe. Son sus clientes habituales, los que pasan por el bar cada mañana. Ricardo viene por su cruasán y su café con leche, mientras otra cliente espera pacientemente su bocata de atún. Es un entorno muy familiar, muy cercano.

Llama la atención la alegría con la que todos los clientes la saludan y le preguntan qué tal estuvieron sus vacaciones. «Mucho miedo guapa, en China no se puede salir», dice Cristina. Ella y su esposo estuvieron en China hace poco más de un mes para la celebración del Año Nuevo Chino y, aunque no hayan estado ni remotamente cerca de Wuhan, el miedo por la expansión del coronavirus se hizo presente cada día. Le cuenta a uno de sus clientes, mientras le prepara su cortado, que el país en general está paralizado y que, a menos de que sea necesario, todos eligen quedarse en casa.

«Muy en serio»

El bar estuvo cerrado mientras Cristina y su esposo estaban de viaje y se mantuvo así por dos semanas más cuando ambos decidieron hacer un encierro voluntario a su regreso a Barcelona . El cartel que colgaron tras su vuelta –que decía literalmente: «¡Ya hemos vuelto! ¡Pero por precaución haremos aislamiento voluntario hasta el día 18!»– dejó indiferentes a pocos vecinos.

Cartel temporal en la puerta del bar El Sol ABC

Ellos tenían claro que ninguno de los dos está infectado con el peligroso virus, pero de igual manera prefieron someterse a este tiempo de cuarentena, principalmente para darle tranquilidad a su clientela y a la comunidad en general. Su caso no es excepcional, y han sido numerosos los miembros de la comunidad china que se han sometido a curentenas voluntarias.

En el bar El Sol llega Yangyang , la hija mayor del matrimonio, con un semblante muy serio comienza a ayudar a su madre con las labores del bar. Al principio se la ve un poco tímida, pero no fue muy difícil entablar conversación. «No pude estar con ellos cuando llegaron de China, nos tomamos la cuarentena preventiva muy en serio», explica Yangyang. En medio de la conversación sale en el telediario una noticia que explica que los ciudadanos chinos tendrán prohibida la entrada a territorio ruso. En seguida comenta que tienen mucha suerte, y que toda la gente del barrio les tiene mucho cariño y les dio mucho apoyo cuando sus padres decidieron hacer el encierro voluntario. «Nos hacen sentir parte de una gran familia, pero el racismo sigue estando presente», dice la chica. Justamente el día anterior una señora mayor le preguntó a su madre si habían vuelto de China con «la gripe» o no. Sin embargo, reconoce que este es un caso aislado en el entorno del bar. Afirma que la mayoría de los comentarios de los vecinos son positivos y de agradecimiento por querer proteger a la comunidad.

Yangyang nació en Alemania y lleva poco más de 10 años viviendo en España con su familia. Domina perfectamente el idioma español y, al menos, el chino y el alemán. Aún así, los comentarios racistas hacia la comunidad china que ha visto en las redes sociales la incomodan.

Durante los días que sus padres hicieron la cuarentena preventiva, Yangyang hizo las compras para que no les faltara nada y les dejaba las bolsas en la puerta de la casa. «Envié la carta al diario porque quiero que la gente entienda nuestro punto de vista y que sepa que nosotros somos los primeros que queremos evitar la expansión del virus», dice Yangyang.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación