La Catedral de Barcelona revive la polémica historia de su fachada
Una exposición airea los secretos de la construcción del frontal a partir de 1887 y del concurso que enfrentó a los mecenas Manuel Girona y Eusebi Güell
«Esto –pregunta de pronto un periodista–, ¿fue como ahora con la ampliación del MACBA? «¿Hubo polémica y debate encendido?». La respuesta, desliza la comisaria y profesora de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona, Cristina Rodríguez, es un sí rotundo. Tanto es así que una vitrina completa da buena cuenta de la controversia que despertó a finales del siglo XIX la construcción de la fachada principal de la Catedral de Barcelona. Una discusión pública (y publicada) entre el frondoso neogótico romántico y la sobriedad del gótico catalán que, como la milenaria pugna entre los Beatles y los Stones aplicada a la arquitectura, trajo cola y, aún mejor, explica porqué la fachada de la Catedral es tal y como hoy la contemplan cientos, miles de turistas.
En la ecuación, nombres propios como los de Manuel Girona, Josep Oriol Mestres, Eusebi Güell, Joan Martorell y también, aunque en menor medida, Antoni Gaudí y Lluís Domènec i Montaner. A todos ellos corresponde, de uno u otro modo, que la Catedral de Barcelona, cuya edificación terminó en 1448, pasase de tener una fachada lisa y sin ornamentos, piedra desnuda «poco acorde» con la majestuosidad del conjunto, a sumar una fachada y un cimborrio neogóticos de gran profusión ornamental y despliegue escultórico. Este proceso es el que el Museo Diocesano de Barcelona documenta ahora en la casa de la Pia Almoina con «Vallmitjana y la fachada de la Catedral», exposición que, además de poner en valor el papel de Agapit Vallmitjana como responsable de la mayoría de esculturas que engalanan la fachada principal, rememora el concurso público que enfrentó a los mecenas Manuel Girona y Eusebi Güell y a sus arquitectos de cabecera, Josep Oriol Mestres y Joan Martorell.
Mezcla de proyectos
En realidad, el resultado del concurso ya estaba más o menos claro desde el momento en que Girona, banquero, firmante del proyecto pese a no ser arquitecto y uno de los principales promotores de la Exposición Universal de 1888, se había comprometido a financiar la fachada y el cimborrio, pero Güell hizo todo lo posible para fuese Martorell quien se encargase del proyecto e incluso utilizó medios de comunicación de su propiedad (el diario «La Renaixença», sin ir más lejos) para inclinar la balanza a su favor.
Con todo, ni siquiera el hecho de que en el equipo de Martorell jugasen dos talentos como Antonio Gaudí y Domènec i Montaner, encargados de delinear el proyecto e inscribir el título, respectivamente, ayudó a batir al tándem Girona-Mestres, pero sí que contribuyó a que su apuesta por una horizontalidad sobria se viese ligeramente alterada.
«Martorell tiene una visión radicalmente opuesta a la de Mestres. Él quiere neogótico, una fachada elevada, muy decorativa. La opinión pública está dividida y con el paso del tiempo lo que tenemos es un proyecto que no deja de ser el de Girona y Mestres, pero que incorpora características propias de la de Martorell», explica Rodríguez. Es así, remezclando las dos propuestas y tomando como punto de partida el diseño del siglo XV que dejó dibujado Charles Gautier, más conocido como Mestre Carlí, como las obras de la fachada empezaron en 1887 y se completaron en 1913.
Ese dibujo incompleto de Gautier es, precisamente, una de las joyas de una exposición que, además de documentación de la época y recortes de prensa sobre los dos proyectos, dedica una segunda parte a las esculturas de la fachada y al trabajo de los hermanos Agapit y Venanci Vallmitjana. Un trabajo que, apunta Rodríguez, estaba sometido al férreo escrutinio de la Real Academia de Artes de San Fernando, encargada de validar si las obras cumplían los requisitos y que llegó a rechazar alguna de las piezas por ser excesivamente naturales o, como le ocurrió al escultor Félix Ferrer, por ser demasiado rígidas. Y es que ahí, a diferencia de lo que ocurría con la fachada, no caía discusión. Ni pública ni tampoco publicada.