Barcelona constata que la cultura sigue siendo cuestión de clase
Los barrios con rentas más bajas acceden un 22,2% menos a la cultura
Desde que llegó al Ayuntamiento de Barcelona en noviembre de 2017, una de las máximas inquietudes del ahora teniente de alcalde Joan Subirats ha sido estrechar lazos entre educación y cultura e interrogarse a conciencia sobre el papel de la cultura en la ciudad . Una idea que queda un poco más reforzada ahora que el consistorio acaba de presentar una encuesta de participación y necesidades que alumbra las desigualdades culturales y triangula datos para acabar concluyendo que, a la hora de valorar las mochilas culturales de los barceloneses y sus posibilidades de subirse al ascensor social, la relación entre educación, cultura y código postal sigue siendo determinante.
«La cultura es cada vez más importante para el ascenso social y es una herramienta básica en la lucha contra las desigualdades, por lo que el derecho a la cultura debería estar al mismo nivel que el derecho a la salud o la educación», defendió ayer Subirats durante la presentación de lo resultados.
Una de las principales conclusiones de la encuesta, realizada a 1650 personas de una veintena de barrios diferentes, es que los barceloneses que viven en barrios de rentas bajas tienen menos acceso a la cultura que los ciudadanos de zonas de alto nivel adquisitivo, a pesar de que manifiestan más voluntad de participar en la vida cultural. En concreto, el acceso a libros, cine, exposiciones, teatro y conciertos , entre otros, es un 22,2% menor en los barrios de renta baja que en los de renta alta.
Asistencia y práctica
La encuesta no se limita a la asistencia y aborda también diferentes prácticas culturales como la escritura, la fotografía, pintar o tocar algún instrumento . También ahí se reproducen las desigualdades de clase y son los barrios de renta media, con un 44,5%, los que se imponen a los de renta baja (33,8%) y renta alta (38, 3%). «Es importante tener en cuenta estas desigualdades para tomar decisiones en política cultural», destacó Subirats.
Con todo, la encuesta abre foco para incorporar también lo que los investigadores denominan «actividades de cultura no legitimada», donde caben desde pasear por la ciudad a explicar cuentos o participar en actos tradicionales o populares. El esquema, una vez más, se repite, y los barrios de renta baja se sitúan a la cola con un diferencial de casi un 20%.
A nivel general, la encuesta revela que un 38% de los barceloneses no asiste habitualmente a actividades culturales y casi un 60% no realiza prácticas culturales de forma habitual. Un panorama de consumidores culturales no practicantes que, a vueltas una vez más con la educación, deja otro dato cuanto menos llamativo: que las personas con rentas bajas son las que más importancia dan a la educación artística en las escuelas e institutos, dato que, según Subirats, «rompe con el estereotipo de que las personas con necesidades económicas prefieren que sus hijos dediquen las hora lectivas a las matemáticas y la lengua que a la pintura».
Es más: según el responsable de Cultura del Ayuntamiento, cuanta más educación artística, menos fracaso escolar.