El Ayuntamiento da largas a la intervención artística en la fachada del Liceu
Frederic Amat quiere adosar 70 semicírculos de cerámica de un metro de diámetro de un intenso color rojo sangre
Una vez más queda claro que no son siempre los políticos progresistas los más proclives a los cambios y a las innovaciones. La polémica generada por la propuesta del artista Frederic Amat para intervenir la fachada del Gran Teatre del Liceu, un edificio protegido por el departamento de Patrimonio de la Generalitat, es prueba de ello.
Todo comenzó cuando el artista y escenógrafo se enteró de que las paredes externas del coliseo lírico de La Rambla serían objeto de una profunda restauración para mejorar su ahora precario estado. Se trata de la única estructura del Gran Teatre que no se vio afectada directamente por el incendio de enero de 1994, por lo que, en su momento, no fueron restauradas en su integridad: por lo mismo, las tareas de conservación hoy son urgentes e inminentes. Amat aprovechó la ocasión para presentar un proyecto de intervención en toda la fachada histórica –en La Rambla y la calle de Sant Pau–, una obra de arte que llamará la atención a la gran cantidad de turistas que anualmente visitan el tradicional paseo barcelonés, pero que no reparan en el coliseo lírico debido a la discreción de su arquitectura.
Amat pretende adosar a la fachada 170 semicírculos de cerámica de un metro de diámetro de un intenso color rojo sangre dispuestos de forma regular en toda la superficie creando nuevas perspectivas en comunión con otros edificios de La Rambla y de la ciudad. La figura escogida se inspira en la gran sala del Liceu, hecha en forma de herradura, como un homenaje al público liceísta.
La intervención, como se ha dicho, también se extiende a la fachada de Sant Pau, la que también ganaría con la recuperación exterior de las vidrieras con diseños wagnerianos que están en la entrada del Círculo del Liceo y que en estos momentos están protegidas haciéndolas invisibles desde la calle.
Financiado por un mecenas
La propuesta –tan polémica como radical– cuenta con el beneplácito de la dirección del Liceu porque los 300.000 euros que costaría la intervención vendrían completamente financiados por el mecenas Josep Suñol. El Círculo del Liceo también apoya la idea, ya que parte de la fachada corresponde al club. La negativa, por el momento, llega desde el Ayuntamiento, que dice estar a la espera de estudios sobre «el impacto y la viabilidad» de la intervención; en diciembre habría recibido un informe negativo del Departamento de Patrimonio Arquitectónico, Histórico y Artístico que opina que la intervención de Amat no se ajusta al Plan Especial de Protección del Patrimonio Arquitectónico y el catálogo de Ciutat Vella, el cual vela por la conservación de las fachadas originales de los edificios protegidos como es el caso del Liceu.
El Ayuntamiento, además, ha decidido convocar al Consejo Asesor de Arte Público de Barcelona para que valore la propuesta, órgano que todavía se ha de constituir en su totalidad, aunque la comisionada de Cultura del consistorio ha afirmado que dicho Consejo comenzará a analizar la propuesta «en dos semanas». De momento habrá que esperar la valoración del «impacto visual y patrimonial» del proyecto y si «éste favorecerá la circulación hacia la Filmoteca y la Rambla del Raval», colindantes con Sant Pau.
La propuesta, que rescata el uso de la cerámica decorativa tan común en la arquitectura catalana, tiene sus antecedentes en la gran escala del Teatre Lliure de Gràcia que Frederic Amat llenó de lágrimas de sangre, también de cerámica brillante, o en el muro que separa el Mercat de les Flors y el Institut del Teatre, que decoró con más de mil ollas de barro cocido.