Ángel González Abad - LOS MARTES, TOROS
De la Monumental al Apolo
Uno de los toreros catalanes con mayor personalidad dentro y fuera de los ruedos ha sido Mario Cabré, el de «las supremas elegancias»
Uno de los toreros catalanes con mayor personalidad dentro y fuera de los ruedos ha sido Mario Cabré , el de «las supremas elegancias». El diestro de exquisitas formas con capote y muleta, que desarrolló una importante carrera vestido de luces, y también como actor de cine y teatro, como poeta, dramaturgo y como popular presentador de televisión. «Ser torero y catalán, que equivale a ser dos veces torero», fue una de sus proclamas repetida en cuanto tenía ocasión, porque ejerció siempre de torero y de catalán. Se enamoró perdidamente de Ava Gardner en el rodaje de «Pandora y el holandés errante», intervino en una veintena de películas, y en estos días de difuntos de hace más de setenta años protagonizó un suceso que encandiló a la sociedad barcelonesa de la época.
La noche del 28 de octubre de 1947 estrenó con éxito de crítica y público ‘Don Juan Tenorio’ en el teatro Apolo , la tradición teatral de representar la obra de Zorrilla se repitió hasta el 1 de noviembre. Y aquel día, Mario Cabré tuvo sesión doble. Por la tarde, en la Monumental se anunciaban toros de Albaserrada y Cobaleda, para Cabré, Julián Marín y Rafael Llorente. El catalán tuvo una tarde de triunfo , le cortó las dos orejas a su primero entre el «frenesí» de los aficionados, según rezan las crónicas.
De «as moderno» lo tildaron. Pero aquella tarde no hubo tiempo para celebraciones ni tertulias ni largas sobremesas, pues el torero salió a toda prisa para llegar a tiempo al popular teatro Apolo, en el Paralelo, en donde estaba anunciado para la sesión de noche. Y de nuevo la aprobación y el reconocimiento unánime, esta vez sobre las tablas, para un hombre que imprimía a todo su quehacer una arrolladora personalidad plena de sensibilidad y arte.