Antoni Fernàndez Teixidó - Tribuna Abierta

La vieja pulsión

Todo vale para que progrese sobre el papel la cuasi unánime demanda de justicia social

Una de las primeras medidas que suele tomar un gobierno de izquierdas cuando accede al poder, es el anuncio de un aumento generalizado de impuestos. Para incrementar el gasto social sin disparar el déficit fiscal, se echa mano de la vieja pulsión. Creen los dirigentes de los partidos de izquierda, en todo el planeta, que la subida de impuestos está moralmente justificada. Su concepción política de la igualdad, la riqueza y la redistribución de la misma, les exige elevar continuamente la presión fiscal. Lo hacen satisfechos, sin asomo de duda, con la inmadura noción de que con impuestos elevados progresan las políticas de igualdad. Esta visión está tan profundamente arraigada en su credo ideológico, que resiste cualquier evidencia empírica en sentido contrario. Más que una solución de carácter económico, es para ellos una apuesta justa por la justicia social.

Es así como el PSOE y Podemos han pactado un proyecto de presupuestos, donde los ingresos crecen vorazmente para posibilitar más gasto social. El Gobierno y sus aliados pretenden que el aumento de los impuestos de sociedades, servicios digitales, transacciones financieras, patrimonio, fiscalidad verde e IRPF para contribuyentes con ingresos superiores a 130.000€, resuelve adecuadamente la ecuación. Aseguran que un tercio de los nuevos ingresos procederá del impuesto de sociedades. Piensan, confiados, que la economía española no se resentirá. Todo vale para que progrese sobre el papel la cuasi unánime demanda de justicia social.

Resulta suicida, con más impuestos y más gasto social, apostar por una política fiscal expansiva, y esperar que el impacto sobre el crecimiento de la economía sea positivo. En una situación económica como la que atraviesa España, donde se observan evidentes signos de desaceleración, una estrategia expansiva puede tener, y de hecho tendría, efectos letales. Más aún, solventes profesores y economistas, apuntan con realismo a un complejo escenario que nos llevaría a las puertas de una indeseable recesión. Si las muestras empíricas de estos últimos años son tan obvias, ¿por qué el empecinamiento? La respuesta es sencilla. Está en el ADN ideológico de la izquierda, y hoy y aquí, más que una dudosa orientación económica es un irresponsable brindis con fuegos de artificio que precede a una no lejana convocatoria electoral.

Se trata de apurar el viejo y manido lema de que paguen los ricos. Sin explicar, claro está, a la ciudadanía que quien acaba pagando por esta decisión errónea son siempre los más desfavorecidos. ¿Dispone Ud. de una alternativa?, me preguntarán. Sí. No incrementen los impuestos en el país, controlen el gasto público en el Estado y las Autonomías, y con paciencia, esfuerzo y talento reconduciremos con éxito el déficit fiscal como nos exige Europa.

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