Teresa Freixes - Tribuna Abierta
A tres años de la renuncia de Mas
El esperpento es mayor si cabe con el gobierno Torra, puesto que, lejos de ofrecer un encauzamiento del problema, se ha enrocado en lo imposible
Olvidando que tuvo que usar un helicóptero para acceder al Parlament, cercado por una multitud embravecida, Artur Mas ofreció su cabeza a la CUP y sus secuaces en bandeja de plata a fin de que un desconocido fuera de su entorno íntimo, Carles Puigdemont, fuera investido in extremis como President de la Generalitat. Hace de ello tres años.
Durante estos tres años, hemos tenido dos presidentes en la Generalitat, Puigdemont y Torra, que pasarán a la Historia como lo peor que Cataluña ha ofrecido al mundo. Lejos de obtener los apoyos internacionales que pretenden, malversando fondos y mintiendo a mansalva, ningún gobierno de ningún país los apoya y las Instituciones de la UE están dando todo su apoyo al sistema constitucional español, uno de los que mayores índices de calidad democrática garantiza, tal como se afirma, fundadamente, en el Informe que «The Economist» acaba de publicar al respecto.
Con Puigdemont, asistimos a los plenos de la vergüenza del 6 y 7 de setiembre 2017, aprobando la Ley del referéndum de autodeterminación y la Ley de transitoriedad jurídica e instauración de la república, ambas declaradas contrarias a la Constitución por el Tribunal Constitucional, además de al lamentable espectáculo de las «votaciones» del 1 de octubre, torticeramente instigadas y lamentablemente gestionadas. No es de extrañar que, tras el frustrado e insistente golpe a la democracia, sus máximos responsables estén pendientes de juicio, cuando no huidos de la justicia.
Pero el esperpento es mayor si cabe con el gobierno Torra, puesto que, lejos de ofrecer un encauzamiento del problema, se ha enrocado en lo imposible, dejando sin efecto al mismo Estatuto de Autonomía e impidiendo el normal funcionamiento de las instituciones catalanas. Tampoco es extraño en alguien que lidera el pensamiento supremacista que considera que Cataluña son sólo los suyos, excluyendo a más de la mitad de la población.
Para acabar de cerrar el círculo de los despropósitos, ahora parece que, en esta «Second Life» que se ha instaurado en nuestra vida política, tenemos dos «Presidentes»: el «legítimo», según dicen Torra y los suyos aludiendo a Puigdemont y “el otro”, al que no saben cómo denominar, porque si uno es el legítimo…. Pues ya pueden imaginar cómo tendría que ser denominado el otro. Y también parece que tenemos dos «Gobiernos»: el de la Generalitat, el de la Plaza de San Jaime, y el que se forma en Waterloo o, si así les parece, también en Ginebra, cual Santísima Trinidad, como está sucediendo ahora mismo. Menos mal que, «la pela es la pela mediante», no les acaba de salir redonda la operación «Consejo de la República», que, cual Parlamento inspirador de luminosas ideas debería irradiar desde el exilio su luz sobre el del Parque de la Ciudadela, que renquea a medio gas, no fuera caso que a la oposición se le ocurriera algo que diera al traste con la “operación república”.
¡¡¡Vaya tres años!!!!
Teresa Freixes es profesora de Derecho Constitucional.