Ramon Espadaler - Tribuna Abierta
Treinta años, ¿y mientras?
Si el máximo líder del independentismo asume o expresa que la independencia va para largo, quizás lo que corresponde es volver, cuanto antes, a la política
Primero fue la exconsejera de Enseñanza, Clara Ponsatí, cuando afirmó que el gobierno catalán iba de farol. Después supimos que Puigdemont era consciente de que el ejecutivo que presidía no tenía apoyos internos ni externos y tampoco planificación para gestionar el día a día después de la declaración de independencia. Y ahora acabamos de conocer, también por declaraciones de Puigdemont, que, en su opinión, Cataluña podría ser independiente dentro de veinticinco o treinta años. Visto el panorama, la pregunta es obvia: mientras, ¿qué hacemos?; ¿qué piensa hacer nuestro gobierno? Si el máximo líder del independentismo asume o expresa que la independencia va para largo, quizás lo que corresponde es volver, cuanto antes, a la política, a la gestión del día a día, cuestiones todas ellas con poco glamour pero que, a fin de cuentas, son tan esenciales en política como olvidadas han sido no sólo desde hace meses sino desde hace años.
Me pregunto cómo habrá recibido esta afirmación la parroquia independentista. Pero, sobre todo, pienso que necesitamos una respuesta gubernamental. Tenemos derecho a recibirla. Afirmaciones como las de este verano del Conseller de Políticas Digitales y de Administración sobre la voluntad de construir una República virtual adquieren ahora más sentido si las contextualizamos con las declaraciones de Puigdemont que traslada la independencia a mediados del siglo actual (en el mejor de los casos). No es serio. Sinceramente, no nos lo merecemos. Ni los que no somos independentistas ni los que, por las razones que sean, han abrazado la causa independentista hasta el extremo de seguir, a menudo sin críticas, las consignas que emanan de Waterloo.
El gobierno de la Generalitat tendrá en el debate de política general -que parece que finalmente celebraremos a principios de octubre- una oportunidad de oro para explicarnos lo que propone y, sobre todo, lo que hará a partir de esa constatación. Merecemos saber qué piensa hacer el gobierno catalán a la espera del advenimiento de la República, prevista, según Puigdemont, para el 2050, aproximadamente. Tenemos prisa. La tenemos para ser gobernados, para ocuparnos de las colas de la sanidad, de los déficits del sistema educativo, de las listas de espera en el ámbito de la dependencia o de las infraestructuras que generan crecimiento económico. Creo que podríamos ponernos de cuerdo en que no podemos seguir treinta años más sin gobierno.