Joan Carles Valero - Letras expectativas
Traicionar la confianza
La confianza puede reforzarse o debilitarse según actúe quien sea merecedora de ella.
La confianza es una emoción positiva que se basa en la seguridad que alguien deposita en otra persona, en una organización o en un país, lo que implica necesariamente una hipótesis sobre la conducta futura. Cuando existe, ayuda a entenderse porque simplifica las relaciones personales, económicas y sociales. Toda nuestra existencia gira en torno a la confianza. Constantemente ponemos nuestra vida y salud en manos de otros cuando comemos en restaurantes o subimos a un avión.
Al ser la confianza algo que se otorga consciente y voluntariamente y que concierne al futuro, conseguirla y mantenerla supone tiempo y esfuerzo. Una apuesta basada en la positividad, puesto que la confianza proporciona seguridad, optimismo, bienestar, alegría; que peligra en el momento en que se atisba duda o incertidumbre para convertirse en recelo, temor, malestar, insatisfacción e inquietud, lo que se traduce en sufrimiento o, cuando menos, parálisis.
Uno de nuestros defectos es que no nos valoramos suficientemente. Tienen que venir de fuera para reconocer nuestros méritos, como ha hecho Romano Prodi en la inauguración de la séptima edición del foro Cornellà Creació al decir: «Los españoles no tenéis ni idea de lo que habéis realizado en una sola generación». «Il professore» aconseja constituir un Gobierno rápidamente o convocar elecciones, porque corremos el peligro de enviar al mundo un mensaje de inestabilidad que destruya «el gran salto adelante» dado por España, «su grandeza» en palabras del líder europeo ahora jubilado.
La solidez de todas nuestras relaciones se basa en la confianza. En la pareja, con los amigos, entre los compañeros de trabajo, en el partido político o sindicato, en las relaciones comerciales, entre los países… La confianza mutua es una de las principales aglutinadoras y cohesionadoras, hasta el punto de que el éxito depende en buena medida de ella. Mantenerla resulta más fácil ahora que nos valoran como un país competente.
La confianza puede reforzarse o debilitarse según actúe quien sea merecedora de ella. Su mera existencia aparca las dudas y permite creer firmemente en las acciones de un país, con la consiguiente mengua o suspensión de la incertidumbre. De ahí que la pérdida de la confianza reporte un sentimiento negativo causado por la mala intención o comportamiento de quienes no han cumplido con lo prometido. En un mundo global, nuestra existencia se basa esencialmente en la confianza. Sólo tenemos que seguir siendo coherentes con la fiabilidad que nos hemos granjeado para evitar que, al traicionarnos, se nos vuelva en contra.