La traductora y filóloga Tina Vallès gana el II Premio Anagrama de novela en catalán
La autora reflexiona sobre los mecanismos de la memoria y los recuerdos en «La memòria de l'arbre»
![Tina Vallés, fotografiada este lunes en Barcelona](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2017/01/16/tina-valles-kyjB--620x349@abc.jpg)
Después de saltar del cuento a la novela con «Maic», la filóloga y traductora Tina Vallès (Barcelona, 1976) ha vuelto a meterse en la piel de un niño para «explicar realidades que pueden ser amargas» y, de paso, llevarse la segunda edición del Premio Anagrama de novela en catalán con «La memòria de l’arbre».
El galardón, dotado con 6.000 euros, ha querido reconocer así «la habilidad narrativa, el estilo contenido y el alto dominio de la lengua» de una novela que se publicará el próximo 22 de febrero en catalán y durante el mes de mayo en castellano y con la que Vallés ahonda en los mecanismos de la memoria y los recuerdos.
«La memòria de l'arbre» es, de hecho, la historia de la relación que se establece entre Jan, un niño de 10 años, y su abuelo, y del vínculo que ambos establecen con el entorno y, en particular, con un sauce llorón que acompaña sus paseos por el barcelonés barrio de Sant Antoni. «Se trata de una novela de preguntas y respuestas», subraya Vallès. El primer interrogante, determinante para el resto del libro, no tarda en aparecer, ya que Jan no sabe si alegrarse o no de que sus abuelos se acaban de mudar de Vilavert, un pequeño pueblo de la Conca de Barberà, a la casa de sus padres en Barcelona. «Por la manera cómo se lo plantean sus padres, la primera reacción de Jan es preguntar si se puede poner contento», relata Vallès.
Así, con esa duda sobrevolando las once escenas de los once capítulos del libro y la mirada de Jan filtrando la realidad y rebajando la intensidad y el dramatismo del mundo adulto, «La memòria de l'arbre» viaja al centro de la memoria para tratar de entender «cómo se fabrican y conservan los recuerdos y cómo se pueden perder». Es aquí donde, apunta la autora, cobran especial importancia unos árboles que «tenemos tan integrados que a veces ni reparamos en ellos» y una contención que la autora de «L'aeroplà del Raval» ha tomado prestada de una de las grandes damas del cuento. «Tenía como divisa la contención de Mercè Rodoreda, quien siempre escapaba del sentimentalismo y lo cursi cuando abordaba cuestiones familiares», explica.
Precisamente uno de los aspectos que más ha destacado el jurado, formado por Mita Casacuberta, Guillem Gisbert, Inma Monsó, Sergi Pàmies, Isabel Obiols y el editor Jorge Herralde, es «la credibilidad de la voz del niño narrador», uno de los puntos fuertes de una novela que, a diferencia de lo que ocurrió con la primera edición del premio, llega sin la compañía de un finalista. «Este año hemos pensando que era más oportuno que no hubiese finalista», ha relativizado la editora Isabel Obiols.
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