Joan Corbera - TRIBUNA ABIERTA

El Tour de Francia: se buscan héroes

La épica, como suele ocurrir con los pioneros, consagró la mayor carrera ciclista del mundo

En 1903, Henri Desgrange, director del periódico deportivo L’Auto, ideó una carrera ciclista para impulsar las ventas. Nacía el Tour de Francia: 59 ciclistas participaron en la primera etapa, de París a Lyon: 467 kilómetros. El ganador llegó a la meta al día siguiente, tras 17 horas y 45 minutos. Su bicicleta pesaba 20 kilos y no tenía marchas ni frenos. Tampoco asistencias. Maurice Garin ganó aquel primer Tour con una ventaja de 2 horas y 59 minutos.

La épica, como suele ocurrir con los pioneros, consagró la mayor carrera ciclista del mundo. Las gestas se han sucedido desde entonces. Las subidas al Alpe d’Huez, la irrupción de las contra-relojes y los duelos individuales han contribuido a hacer mítica la carrera. Pero también llegaron las amenazas. Una de las peores: las órdenes de equipo. Fin a la improvisación. Con este esquema poco hubiera hechoEddy Merckx, el corredor que más etapas ha ganado en la historia del Tour. Era capaz de disputar un esprint o lanzar ataques en cualquier puerto de montaña (incluso en bajadas). No le importaba ir el primero en la clasificación. Él quería ganar siempre.

El Tour perdió grandiosidad con la llegada de la telemetría, los avances tecnológicos en las bicis y el conocimiento milimétrico del recorrido por los GPS. Las diferencias en la cabeza ahora son mínimas e incluso los corredores se avienen a pactar el final de las carreras, como la llegada al ralentí a los Campos Elíseos a expensas del ganador (no siempre ha sido así). Pero, el componente heroico ha resistido, con jornadas inolvidables para las retinas patrias como las de Miguel Indurain. Su cuerpo ya era todo épica: 1,80 de altura y 28 pulsaciones por minuto.

Pero en 1990 todo cambió con el dopaje. El ciclismo, como cualquier actividad tramposa, perdió su nobleza. Un ejemplo dramático: el Tour ha quedado sin ganador de 1999 a 2005 (no se ha nombrado a nadie), por las victorias arrebatadas a Lance Armstrong después de confesar que se había dopado. Había vuelto al ciclismo después de superar un cáncer. La heroicidad que le atribuimos los periodistas desapareció.

Desde entonces cada año ha habido un ganador distinto, excepto en esta edición, que ha repetido Chris Froome. Pero ha sido una carrera sin héroes. Curiosamente, el ciclismo es la disciplina en la que el público más puede acercarse a los deportistas, en los arcenes, pero ahora más que nunca se está alejando de las pulsiones del aficionado. A mí, lo que más me irrita es que ahora los locutores de radio y televisión tienen que gritar para suplir la falta de épica. El doping de las ondas.

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