Torra cesó a Buch para contentar al separatismo violento

El «procés» tritura a los últimos cuatro consejeros con la cartera de los Mossos

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Llevaba en la cuerda floja desde los graves disturbios que el independentismo radical protagonizó el octubre pasado en las protestas contra la sentencia del «procés». A Torra, que tardó días en condenar las algaradas, le disgustó la actuación de los Mossos para contener a aquellas masas desbocadas y puso en la diana a su consejero de Interior, Miquel Buch, que había decidido no entrometerse en la labor policial. Sorprendentemente, Buch aguantó aquel envite de un «president» que animaba a los CDR a «apretar» en las calles. Y Torra lo ha dejado caer ahora, pese a que Buch, como buen fiel a Carles Puigdemont, ha sido de los que también ha destripado su carné del PDECat.

El ya exconsejero de Interior había intentado navegar entre dos aguas. Para contentar al independentismo más crítico con los Mossos anunció tras los disturbios la auditoría «más grande en la historia del Cuerpo», que acabaría con un solo agente sancionado por aquellas actuaciones, algunas investigadas por la justicia. Sus guiños al independentismo tratando a España como país extranjero en plena oleada de incendios, o su indignación con Sánchez por la cifra de mascarillas enviadas -le recordaba al mitificado año 1714- causaron en la parroquia secesionista más sonrojo que adhesión. Y, por otra parte, pese a la desconfianza inicial, Buch fue alineándose con los mandos policiales; su sindicato, de hecho, le ha agradecido su «buen trabajo» ahora que Torra lo ha sentenciado. Buch dejó ayer la cartera de Interior a Miquel Sàmper, pero habrá de seguir portando otra mochila a cuestas: su imputación por sufragar, presuntamente, con dinero público a un escolta del fugado Puigdemont, camuflando los pagos como trabajos en la Consejería que, para la Fiscalía, no eran más que una mera tapadera.

Víctima del «procés»

Buch es el último consejero de Interior víctima del «procés», que devora a todo político que asume la cartera de la que dependen los Mossos, por muy independentista que sea. Ninguno de los cuatro últimos consiguió acabar la legislatura. Joaquim Forn, su antecesor, cumple condena por sedición; el anterior, Jordi Jané, abandonó el gobierno catalán cuando Puigdemont puso la directa hacia el 1-O, pese a que el entonces consejero no había tenido reparos en presentarse a unas elecciones con una lista que prometía la secesión en 18 meses. Jané había sucedido a Ramon Espadaler, que dejó la cartera cuando CiU fue detonada por la carrera separatista de Convergència. Diferentes motivos, pero siempre el «procés» como telón de fondo. «Alguien tiene que hacer este trabajo, aunque los tuyos te digan de todo», dijo Buch entre lágrimas en su última comparencia.

Por otra parte, ayer, en el juzgado de Figueras comenzaron a desfilar los 197 encausados por los cortes de la autopista del Tsunami. Solo se presentaron cuatro de los diez citados y ninguno de ellos quiso declarar.

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