17-A, LOS TESTIMONIOS

«Ver que tenemos emociones es todavía tan importante...»

Las unidades de atención psicológica que atendieron a los afectados por el 17-A destacan que la afectación debe durar medio año

Montserrat, hace unos días en La Rambla Oriol Campuzano

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Difícil incluso para quienes están acostumbrados a trabajar en tragedias. Los equipos de psicólogos del CUESB (Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona) se convirtieron el pasado 17-A en discretos héroes que ayudaron a capear la situación ante «una situación muy dura, muy difícil, muy diferente a lo que estábamos acostumbrados» , relata a ABC Montserrat Rovira, directora del centro. Ese día, ella estaba de vacaciones y se presentó a su trabajo porque «tenía que estar allí». Con cabeza fría, difícil en estos momentos, el equipo del CUESB fue ayudando a minimizar el dolor, si es que se podía, en uno de los servicios más complicados que recuerda.

«Es el peor porque había muchos afectados, pero en nuestro día a día atendemos muchos casos con fallecidos y una pérdida siempre es una pérdida», confiesa. En el primer momento, en plena Rambla, recuerda Montserrat, «el impacto era muy fuerte, reinaba el caos, y estábamos para poner orden. En el Instituto Médico Legal y Ciencias Forenses de Cataluña (IMLC), donde también estuvimos, todo estaba más preparado para que pudiéramos ofrecer una mejor atención en momentos durísimos». Así, ellos intentaron estar cerca de las víctimas pero dejándoles su espacio. Que no tuvieran que esperar nunca para ser escuchadas , que los dolorosos trámites , incluso de identificación de víctimas, fueran menos desagradables y que siempre tuvieran los mismos profesionales como referentes eran sus prioridades.

«Lo que hiciera falta»

A Gerard Segarra, uno de los psicólogos del CUESB, la tragedia le pilló fuera del horario laboral, después de una guardia nocturna, y se reincorporó el día siguiente. De entonces recuerda que «la sintomatología era muy variada, muy diferente en cada persona» « Estábamos ante una situación potencialmente muy traumática, había mucho sufrimiento y nuestro trabajo era ofrecer apoyo emocional, social, logístico… Lo que hiciera falta», recuerda.

Entre los casos, ejemplifican, había necesidades de todo tipo: personas que buscaban a sus familiares, otras que no podían regresar a los hoteles o que no se atrevían a ir a por su coche en parkings de la zona… Lo peor, sin embargo, era en el IMLC, durante la identificación de las víctimas y la despedida de los allegados de sus seres queridos, en donde «nuestra función era facilitar el proceso y acompañarles si lo deseaban, sin forzar ninguna situación».

Su atención fue mucho más allá de los primeros días y las víctimas más directas: el teléfono municipal de ayuda atendió a 777 personas que requirieron ayuda, de las que 223 habían sido afectadas directas. A todas ellas, con una enorme profesionalidad, les ayudaron a «integrar la experiencia» con asesoramiento psicológico o derivación psiquiátrica. «No hay que hablar de curarse o superarlo» , puntualiza Gerard. «Estamos haciendo frente a una situación excepcional, y es normal que reaccionemos de una manera u otra. Lo importante es que con el tiempo no queden bloqueos que pueden afectar a la vida cotidiana», explica.

Los bloqueos llegaron también a los cuerpos de emergencias , que con una enorme profesionalidad estuvieron al pie del cañón en días especialmente dramáticos. «Es bueno que ellos también puedan tener un espacio en el que expresarse para integrar la experiencia y volver lo más pronto posible a la normalidad», incide Gerard. Después del atentado, el CUESB hizo trabajo grupal psicoeducativo y sesiones individualizadas. «Que las emociones salgan, como sea, es lo más normal ante una situación anormal como un atentado . Las emociones están a tope y lo importante es poder expresarlas y vivirlas», añade Gerard.

Medio año de afectación

Más adelante, el CUESB hizo un seguimiento a las víctimas. «Se calcula que la afectación tiene que durar máximo medio año y si persistía era señal de que hacía falta un tratamiento», comenta el psicólogo, que calcula que unas ocho personas requirieron más ayuda. Ahora, con el primer aniversario, los expertos creen que la angustia y el malestar pueden volver y aconsejan pedir ayuda si hay imágenes intrusivas, dificultad para dormir, para ir al trabajo o acercarse a La Rambla, experimentar sofocos y sudores o no poder coger el Metro.

Con todo, tanto Montserrat como Gerard resaltan que la capacidad de respuesta de profesionales, ciudadanos e instituciones ese día fue inmensa y que, precisamente su entrega y coraje «ha ayudado a recuperarnos antes de la desgracia. En momentos de crisis, cuando reina el caos y el dolor, por lo general las personas sacan lo mejor de sí mismas para acompañar a las personas que están sufriendo. Con el tiempo éstas serán capaces de ayudar a otras personas cuando lo necesiten», resalta él. Ella añade que «son situaciones que te ponen al límite, también a tus compañeros, y ver que podemos compartir emociones ayuda a sobreponernos. Ver que tenemos emociones es todavía tan importante…».

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