Joan Carles Valero - Letras expectativas
Tecnopolítica
La política municipal es la más cercana a las personas y la que posibilita una mayor capacidad de participación en los asuntos que les incumben
Al margen de que Trump haya contagiado a nuestros políticos en el uso de Twitter como su principal medio de comunicación y de que esta herramienta ha enganchado a los jóvenes a la política, la gente corriente ha descubierto su capacidad de convertir las tecnologías sociales en tecnologías políticas. La política municipal es la más cercana a las personas y la que posibilita una mayor capacidad de participación en los asuntos que les incumben. Por eso las ciudades deberían recuperar el ágora ateniense para tomar las decisiones que afectan a su ciudadanía.
Los «smartphones», como cetros de la modernidad líquida, posibilitan que la tecnopolítica se abra paso como vía de empoderamiento ciudadano. El móvil podría servir como herramienta de consulta instantánea, al configurar un nuevo espacio público que reemplaza la expresión de las ideas, la información y los debates en lugares físicos de encuentro, aumentando de paso el número de participantes. Porque los barceloneses no son los 300 votos que han decidido, por ejemplo, que Ada Colau rompa el pacto con el PSC en el ayuntamiento de la capital. El móvil es un dispositivo que aporta tanto poder a la persona que tiene el potencial de desafiar cualquier autoritarismo al sublimar la cultura de la autonomía.
Barcelona acoge hasta mañana la feria mundial de las ciudades inteligentes con el objetivo de aprovechar la inteligencia de sus ciudadanos, empoderándoles. En el mismo marco ferial también se debatirá sobre movilidad urbana, precisamente a dos semanas de que entren en vigor en el área metropolitana las restricciones de tráfico para los vehículos más contaminantes. A partir del 1 de diciembre, cuando se decrete un episodio de alta contaminación, no podrán circular los turismos sin etiqueta de la Dirección General de Tráfico, ni las furgonetas pre Euro 1. Esa medida afectará levemente a los barceloneses, gracias a la tupida red de transportes públicos de que gozan. Pero perjudicará notablemente a quienes vivimos a las afueras de Barcelona.
En los últimos años han proliferado los carriles para bicicletas, pese a usarlos menos del 3% de la población. Pero el transporte público lo utiliza la mayoría de la ciudadanía. Es saludable desarrollar políticas que ayuden el ejercicio físico y a la reducción de emisiones, pero el movimiento masivo de personas solo es posible mediante un transporte público más cercano y multimodal. Y si hay duda respecto a su respaldo, votemos. Yo tengo cobertura.