Alberto Fernández - TRIBUNA ABIERTA
Talibanismo político
Parece que el gobierno en minoría de Colau seguirá perjudicando a Barcelona y frenando inversiones
Antes de todo, permítanme desearles un buen 2017, esperando que sea un año mejor para todos. Ya que para Barcelona, parece que será otro año complicado en algunos aspectos. El gobierno de Ada Colau seguirá con su gestión de moratorias, gesticulación y polémicas permanentes, tras previsiblemente pasar la cuestión de confianza vinculada a los presupuestos de 2017. La difícil suma de fuerzas de la oposición para crear una alternativa y la definitiva sumisión del PSC a Colau, le darán vía libre para superar este obstáculo.
Parece que el gobierno en minoría de Colau seguirá con su talibanismo político, perjudicando a Barcelona y frenando inversiones. Destacar que el proyecto de Hotel de la Torre Agbar se quedará en un cajón por las trabas del Ayuntamiento, tal como pasa con otros proyectos hoteleros que pueden suponer indemnizaciones millonarias por incumplimiento. Esta renuncia del Hotel de la Torre Agbar supone la destrucción de 350 puestos de trabajo directos, perder inversión y generar inseguridad jurídica por parte del consistorio a posibles inversores. Un ejemplo de como Colau supone una amenaza y un problema a proyectos en marcha que generan riqueza para la ciudad.
Para Colau, el hecho que la Torre Agbar no se convertiría finalmente en un hotel era una muy buena noticia, tal y como celebraba en las redes sociales su partido ‘Barcelona en Comú’. Demostrando que las malas noticias para Barcelona son buenas noticias para Ada Colau, ya que la alcaldesa se ha convertido en un lastre para la ciudad y no en un motor. Un hecho que lo demuestra, las encuestas del Barómetro municipal, que cada seis meses realiza el consistorio. La mayoría de encuestados (37,3%) consideran que Barcelona ha empeorado el último año y la gestión política del gobierno municipal se sitúa como el cuarto problema de la ciudad. Es decir, desde que llegó Colau al Ayuntamiento en julio de 2015, la preocupación por la gestión política municipal se ha ido incrementando poco a poco, un problema que antes se situaba por debajo de los 12 primeros problemas.
Una mala gestión, de una alcaldesa más pendiente de su propia carrera política que en buscar soluciones para mejorar Barcelona y sus barrios. Será curioso comprobar lo que dicen los barceloneses en las encuestas de aquí seis meses, cuando se cumpla el ecuador de su mandato.
Alberto Fernández es presidente del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona