Susurrando Schubert

André Schuen y Daniel Heide dieron el pasado jueves en Barcelona una verdadera lección de cómo se debe abordar (y bordar)'La bella molinera' en un escenario

El barítono Andrè Schuen y el pianista Daniel Heide AUDITORIO BARCELONA

Pep Gorgori

Música: Schubert. Intérpretes: A. Schuen, barítono; D. Heide, piano. Fecha: 18 de marzo. Lugar: Auditorio de Barcelona.

El ciclo 'Die schöne Müllerin' de Schubert es una de aquellas maravillas universales del Romanticismo. Son veinte canciones sobre poemas de Wilhem Müller que narran el amor no correspondido de un muchacho por una molinera. Los primeros dieciocho son una sucesión de sentimientos a flor de piel. Desamores, esperanzas, celos… En el decimonoveno, el chico acaba lanzándose al río. En el vigésimo y último, el propio río entona una canción de cuna para el joven extinto.

Schubert pide que este final se cante como en un susurro, pese a ser la culminación de casi una hora y cuarto de música. Y aun así, si se logra susurrar bien susurrada la canción de cuna, el impacto emocional es inmenso. Pero no se vale cantar bien solamente este fragmento. 'La bella molinera' es una obra maestra de la arquitectura sonora, musical y sentimental en la que cada pieza ocupa un lugar irreemplazable. Quien quiera arrancar aplausos tiene que mantener el equilibrio entre lo dramático y lo bello en toda su extensión.

André Schuen y Daniel Heide dieron el pasado jueves en Barcelona una verdadera lección de cómo se debe abordar (y bordar) toda esta pieza en un escenario. Schuen, que ya deslumbró hace poco más de un año con su 'Schwanengesang' en la Schubertíada de Vilabertran, volvió a dejar al público clavado en las butacas en su primer recital como solista en Barcelona.

Schuen no solamente tiene una voz bella, sino que además sabe usarla. Contundente, sonoro, cuando la partitura lo requiere, es capaz también de llevarla al terreno más sutil con todos sus matices. Hay que tener muy buen gusto y muy buena técnica para alcanzar logros como los suyos.

Pero en el 'lied' es absolutamente imprescindible la compenetración con el pianista. Daniel Heide está ya reconocido como un verdadero maestro del género. Reclamado asiduamente por los mejores cantantes, escucharlo construir el sentido de cada canción es una experiencia conmovedora. Es muy fácil tapar con el piano el susurro de un cantante… a menos que se logre hacer susurrar al piano. Y Heide lo logra.

La única nota disonante de la velada la puso un teléfono móvil que decidió tener su momento de gloria justo cuando el protagonista del ciclo estaba a punto de lanzarse al río. En fin.

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