Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Suma y sigue
«¿Quizá creían que la investigación policial y la acción de la Justicia se tomarían vacaciones ante ellos? Se equivocaron»
El «proceso» incrementa en treinta el número de imputados. La cosa era previsible. ¿Alguien puede creer que el golpe a la democracia y al Estado de Derecho, así como el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, se organizan y perpetran por arte de birlibirloque? Sin trama -sin colaboradores necesarios- no hay movimiento secesionista.
De ahí -suma y sigue-, la imputación de algunos miembros del segundo y tercer nivel de la administración autonómica catalana. ¿Sigue la represión o la causa general tal y como sostiene el secesionismo catalán y sus obcecadas y obstinadas terminales mediáticas? No es eso. Se trata -poca broma- de la respuesta del Estado de Derecho a quienes incumplen gravemente la legalidad democrática vigente. Ni más ni menos.
Dejando a un lado la cuestión estrictamente política del caso, uno se pregunta -primera hipótesis- cómo es posible que los encausados -sea cual sea el tribunal que los juzgue- no calcularan las posibles consecuencias -pérdida de la libertad, mengua del patrimonio personal o familiar, inhabilitación- de sus actos. También es posible -segunda hipótesis- que sí hicieran el cálculo y, pese a ello, decidieran proseguir el camino hasta el abismo para, finalmente -la Justicia tiene la última palabra-, precipitarse por el mismo.
¿Quizá creían que la ruptura de la legalidad constitucional no tendría consecuencias, porque el Estado -débil o acomplejado, pensaban-, o bien no se atrevería a perseguir el presunto delito, o bien acabaría pactando un referéndum de autodeterminación? Se equivocaron. ¿Quizá creían que la investigación policial y la acción de la Justicia se tomarían vacaciones ante ellos? Se equivocaron. ¿Quizá creían en la bondad de la causa secesionista? Se equivocaron. ¿Quizá no pudieron dar marcha atrás por temor a que el monstruo que ellos mismo generaron se les comiera? Lo cierto es que no rectificaron. En cualquier caso, el complejo de superioridad, el fanatismo, la astucia, el temor y la irresponsabilidad les ha llevado al banquillo.