José García Domínguez - Punto de fuga
¿Le sonará un tal Lincoln a Puigdemont?
Ir a los Estados Unidos de América a vender secesionismo es lo más parecido que hay a intentar hacer fortuna montando una franquicia de helados en el Polo Norte
Ir a los Estados Unidos de América, el país de Abraham Lincoln, a vender secesionismo es lo más parecido que hay a intentar hacer fortuna montando una franquicia de helados en el Polo Norte. Pero, al parecer, el voluntarioso Puigdemont no ha oído hablar nunca de la más célebre sentencia de la Corte Suprema de la República, aquella en la que, tras establecer la definitiva ilegalidad de los bonos emitidos por el gobierno confederado de Texas durante la guerra civil, dictaminó, solemne, que «La Constitución, en todos sus apartados, vela por una unión indestructible compuesta por estados indestructibles». Unión indestructible, president. ¿Sabe lo que significa eso, caro Puigdemont? Significa, entre otras contrariedades, que el presidente de la Generalitat acabaría con sus muy honorables huesos en la cárcel si intentase consumar allí, en la primera y más grande democracia del mundo, esos amagos insurreccionales con los que, día sí y día también, viene amenazándonos.
En otro orden de perplejidades, que nuestro bisoño interino digital conoce bien poco los Estados Unidos lo demuestra ese énfasis que, con el indisimulado afán de de desacreditar a España, puso allí en elogiar las varias reformas ha que ha sido sometida la Constitución norteamericana desde su proclamación. Entre los vicios de los separatistas, es sabido, no figura la coherencia intelectual. Así, desprecian e ignoran cuantos cauces pone a su alcance el orden legal al objeto de promover las modificaciones del marco constitucional que crean oportunas, pero loan admirados a los que, en otras latitudes, sí hacer uso de idéntica prerrogativa. En cualquier caso, Puigdemont, que es de letras, no parece haber reparado en que la Constitución estadounidense entró en vigor hace la friolera de 228 años. Dos siglos y cuarto en los que apenas ha sufrido veintisiete enmiendas, la mitad ellas introducidas cuando aún no había cumplido sus primeros seis años de existencia. No parece precisamente un febril «rally» reformista. President, ¿cuál será su próximo proyecto internacional? ¿Comercializar estufas de butano en el Caribe?