José García Domínguez - Punto de Fuga
El socialista de los ricos
Pedro Sánchez blasona de decirse un auténtico izquierdista pata negra merced a su rendida complacencia intelectual con los principios del nacionalismo catalán
Genuino hombre de su tiempo, esto es de la era del pensamiento Twitter, Pedro Sánchez blasona de decirse un auténtico izquierdista pata negra merced a su rendida complacencia intelectual con los principios del nacionalismo catalán, esos mismos que hace más de un siglo alumbraran Prat de la Riba, Puig i Cadafalch y otros célebres revolucionarios volcados con la causa de la emancipación social de las clases oprimidas de Cataluña, España y el mundo entero. Así, quien dice vindicar las raíces germinales del partido donde militó toda su vida Indalecio Prieto, aquel vasco que escribió “siento a España dentro de mi corazón y la llevo hasta en el tuétano mismo de mis huesos”, no se cansa de proclamar su personal comprensión hacia el afán disgregador de los separatistas. Pues, a decir del presunto rojísimo Sánchez, el micronacionalismo egoísta y mezquino de los ricos que quieren separarse de Andalucía y Extremadura a fin de que ni un euro de sus impuestos atraviese la frontera del Ebro “es un sentimiento que tiene muchísima ciudadanía”.
Como siempre sucede con todas las colonias mentales que el nacionalismo catalán ha conseguido ir estableciendo en Madrid, Sánchez tampoco semeja capaz de entender que el nacionalismo no es nada más que una vulgar ideología política; una de tantas, como también lo son, entre otras, el liberalismo o la socialdemocracia. Una simple ideología de grupo que se disfraza de emoción unánime y altruista para encubrir sus nada metafísicos intereses corporativos y pecuniarios. Punto. Así, según la lógica de parvulario que cultiva ese falso iconoclasta de la Señorita Pepis, los catalanes refractarios al separatismo, como mínimo la mitad de la población censada, no serían en puridad verdaderos catalanes. Pues sus muy íntimos sentimientos de cariño y afecto a la tierra y a sus paisanos no resultarían, según parece, tan intensos, sinceros y puros como los de los separatistas. Desengañémonos, al frente del PSOE no hay ningún rojo sino un triste surtidor de virutas de humo al por mayor.