Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Yo sigo

El referéndum pactado con el Estado no se celebrará, por la sencilla razón de que es ilegal

El presidente de la Generalitat continúa con la ficción. Asegura que en julio del año que viene las estructuras de Estado -la desconexión con España- estarán preparadas para acceder a la «normalidad definitiva» que supone la independencia de Cataluña. Y en septiembre, «o referéndum o referéndum». Detalle: antes de la celebración del referéndum, la independencia ya está preparada. Se confirma la idea según la cual el derecho a decir de los catalanes se transforma en el derecho a decidir que se decida lo que ya se ha decidido que hay que decidir.

Para ello, el presidente de la Generalitat pide una «mayoría sin fisuras» y que «la gente no falle». Suena a populismo de pancartismo callejero. Y si el referéndum no sale como debe, Puigdemont advierte que habrá que pactar con el Estado la celebración de otro referéndum. Hasta que salga el sí. Al respecto, cabe destacar la generosidad democrática de un presidente que está dispuesto a acordar con el Estado el referéndum; una «colaboración leal» que incluiría pactar la fecha, la pregunta y el quorum. ¡Grande, Puigdemont!

El referéndum pactado con el Estado no se celebrará, por la sencilla razón de que es ilegal. Quizá se celebre, o se intente, otro referéndum de cajas de cartón sin eficacia política ni jurídica que no reconocerá la comunidad internacional. Referéndum -¿qué censo? ¿qué funcionarios? ¿qué colegios electorales?- qué será suspendido por el Tribunal Constitucional y en el que no participaría ni la mitad o más de los ciudadanos. Y no vale la broma de un mandato democrático inexistente.

Sigue la astucia, sigue la trampa, sigue el fraude. Que no. Que el mandato no existe y el llamado derecho a decidir no lo contempla el derecho internacional público. Todo eso, da igual. Yo sigo, dice Puigdemont. Así, gana tiempo, evita la convocatoria inmediata de elecciones, disimula la inacción del gobierno, intenta acercarse al podemismo por si cae algo y levanta el ánimo del personal. Y, si hay suerte, podría aprobar los presupuestos.

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