Teresa Giménez Barbat - AGENDA EUROPEA
Si Comín hubiera sido más listo
La derrota del procés no se debe al descuido del ex consejero de Sanidad, quien podría pasar a la historia, de hecho, por un sinfín de meteduras de pata
Contrariamente a lo que dicta el materialismo histórico, el devenir del hombre depende muy a menudo de pequeñeces serendípicas. Es lo que se conoce como «teoría de la nariz de Cleopatra», que debemos al filósofo francés Blaise Pascal, quien afirmó que si el apéndice nasal de la reina egipcia hubiera sido más corto, la faz del mundo habría cambiado. La cita viene a cuento de la revelación de los wpp que Puigdemont envió a Comín, en los que se quiere ver el gol agónico que inclina definitivamente la balanza del lado del constitucionalismo. Y no. La derrota del procés no se debe al descuido del ex consejero de Sanidad, quien podría pasar a la historia, de hecho, por un sinfín de meteduras de pata («¡El dueño del Parc Taulí soy yo!», llegó a soltar a los miembros del comité de empresa del centro hospitalario).
Si España ha vencido es por la resistencia ciudadana que, luchando a veces contra la flema de los grandes partidos (y al precio, en ocasiones, de algo parecido a la muerte civil), ha socavado los fundamentos del sueño nacionalista. Si España ha vencido es porque hubo un buen puñado de hombres y mujeres que se levantaron contra la pesadilla. Si España ha vencido es por el discurso real (doblemente real) del 3-O, y por la manifestación del 8 y, no se olvide, por la victoria del 21-D. Si acaso, lo que suponen esos wpp, del primero al último, es la enésima constatación de que Puigdemont es un fanático irredento que cree, y muy posiblemente lo crea de veras, estar lidiando algo parecido a una guerra contra España, un general (en la reserva) que capitula en privado para, en público, empujar a los suyos a tomar el Parlamento.