Sergio Pérez-Diáñez - TRIBUNA ABIERTA
Trump y Bannon: historia de una reconciliación
Ahora que Trump se ha reconciliado con Bannon y ha anunciado que «volverá de alguna forma», es inevitable preguntarse si lo harán juntos
Quienes pronosticaron el final de Steve Bannon cuando fue detenido el pasado agosto bajo la acusación de fraude estaban equivocados. El referente mediático de la alt-right a nivel internacional ha recibido el indulto en la prórroga de la Presidencia de Trump; un perdón solo reservado para 146 personas, frente a los 456 concedidos por Bill Clinton.
Este indulto es el más importante de los concedidos por Trump por su enorme carga simbólica y porque señala el camino de su estrategia de trincheras para la era Biden; una estrategia que pasa por apuntalar el relato de las “elecciones robadas”, liderar el “movimiento” de insurrectos que asaltaron el Capitolio y “volver de alguna forma” en 2024, como ya ha anunciado en las últimas horas.
Además, este indulto es importante porque es un gancho en las mandíbulas del Partido Republicano, que sufrió lo indecible con el ascenso de Bannon a los altares de la política como estratega jefe de la Casa Blanca. Allí, libró una batalla sin cuartel contra los miembros más moderados del gabinete y el matrimonio de Ivanka Trump y Jared Kushner con objeto de imponer la agenda más populista del presidente.
Algunos ejemplos de la obra de gobierno de Bannon fueron las primeras Órdenes Ejecutivas anti-inmigración o la salida del Acuerdo de París sobre el Clima; muestra de un atesoramiento de poder que Bannon quería emplear para la “deconstrucción del Estado administrativo”, pero también para darse autobombo como figura política.
En el libro “Devil’s Bargain”, de Joshua Green, se expone cómo la vorágine de popularidad de Bannon incomodó tremendamente a Trump. A fin de cuentas, el presidente saliente no soporta ceder protagonismo y tuvo que presenciar en 2017 cómo Bannon se convertía en portada de Time Magazine con un título que rezaba “El Gran Manipulador”, retratándole como cerebro del trumpismo.
Para la décima semana de gobierno, según Michael Wolff en “Fire and fury”, Bannon ya estaba amenazado por la influencia creciente de Ivanka y Jared Kushner y “perdiendo el control de Trump”, quien se divertía calumniándolo a sus espaldas y ya manejaba la idea de despedirle.
No obstante, en marzo de 2017, los multimillonarios Mercer, quienes han financiado numerosos proyectos afines a la alt-right como Breitbart News o Cambridge Analítica, intercedieron por Bannon ante el presidente y lo salvaron de la quema, con la contrapartida de que se reforzara en el organigrama al matrimonio Jarvanka. Esto no hizo sino alimentar aún más la escalada de rivalidad entre Bannon y los familiares del presidente.
Tres golpes precipitaron la salida de Bannon de la Casa Blanca: su destitución como miembro del Consejo de Seguridad Nacional, contradecir la política exterior del presidente en una entrevista para The American Prospect y, por supuesto, el discurso tardío y ambiguo de Trump a la hora de condenar los sucesos de Charlottesville.
Al final, la influencia del empresario Rupert Murdoch fue decisiva para provocar el despido de Bannon, que la secretaria de prensa de la Casa Blanca anunció como una salida de mutuo acuerdo entre el estratega y el jefe de gabinete John Kelly.
Desde Breitbart, Bannon volvió a la guerra que, para él, se está librando en estos momentos: una guerra entre nacionalistas y globalistas. No obstante, la publicación del libro de Michael Wolff marcó para siempre las relaciones entre Bannon y Trump.
En enero de 2018, Bannon quedó retratado como una de las principales fuentes del periodista, quien en sus páginas atribuía al gurú duros insultos dirigidos a los hijos del presidente; “traidor” y “antipatriota” a Donald Trump Jr. y “tonta como un ladrillo” a la preferida de la dinastía, Ivanka.
Fue en ese momento cuando la estrella de Bannon peligró más que nunca; Trump dijo que había “perdido la cabeza”, fue despedido en Breitbart y perdió el apoyo financiero de Robert y Rebekah Mercer; los mecenas de la alt-right.
Obligado a reinventarse, Bannon emprendió una gira europea para armar una suerte de movimiento populista que provocara un vuelco en las elecciones al Parlamento Europeo de 2019. Estos comicios se saldaron con la victoria de Le Pen en Francia, Salvini en Italia y Farage en Reino Unido, quienes previamente establecieron contactos formales con Bannon durante su periplo europeo.
De esta manera, con Bannon convertido en el gurú estrella del populismo de derechas internacional, empezó a allanarse el camino hacia la reconciliación con Trump, a quien le hacen llegar la ferviente defensa que su antiguo aliado hace de sus políticas cuando interviene en medios como Fox News.
“Es bueno ver que uno de mis mejores alumnos sigue siendo un gran fanático de Trump. Steve se unió a mí después de que ganara las primarias, ¡pero me encantó trabajar con él”, tuiteó Trump sin ambages.
Ni que decir tiene que en sus palabras se advertía la clara intención de desmitificar a Bannon como el gurú del trumpismo, pero el hecho de que no hubiera ni rastro del apodo ‘Sloppy Steve’ y que recordara con nostalgia cómo trabajaron juntos presagiaban un posible acercamiento de cara a las elecciones presidenciales. Algo similar sucedió cuando se mostró “triste” por la detención de Bannon a finales de agosto de 2020.
Finalmente, Bannon no volvió a dirigir la campaña de Trump, pero sí mantuvo un contacto habitual con el presidente para asesorarle en su estrategia de polarización durante sus últimas semanas en la Casa Blanca. El resultado lo hemos visto tanto en la ausencia de una transición ordenada como en la arenga a las masas que asaltaron el Capitolio. Muchos de ellos seguidores de la alt-right y de las teorías conspiranoicas de QAnon.
Ahora que Trump se ha reconciliado con Bannon y ha anunciado que “volverá de alguna forma”, es inevitable preguntarse si lo harán juntos. Por los viejos tiempos.
Sergio Pérez-Diáñez es CEO de Grial Consulting y coautor de ‘Cómo comunica la alt-right: de la rana Pepe al virus chino’.
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