Sergio Pérez-Diáñez - Tribuna Abierta
Los republicanos, en la telaraña de Trump
En unos días veremos o bien cómo la batalla legal comienza a dar sus frutos o cómo fracasa estrepitosamente
Hace unos años Donald Trump escribió un best-seller titulado “Nunca tires la toalla” y, efectivamente, está dispuesto a llegar hasta el final en su batalla legal contra lo que considera el “robo” de las elecciones por parte de Biden y los demócratas.
El recuento de Arizona se ha saldado con la victoria de Biden, amén del espaldarazo de la viuda del senador John McCain, y de los memes de su hija Meghan McCain burlándose de la derrota de Trump en tierra hostil para los demócratas. No obstante, y pese a que las elecciones van quedando más y más atrás, la mayoría de los republicanos se han lanzado en tromba a apoyar a Trump en su periplo judicial y en su objetivo de mangonear instituciones como el Pentágono para “una transición tranquila” hacia un “segundo mandato” del magnate neoyorquino.
Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado, se juega el puesto en enero y es consciente de que 72 millones de votos y casi un 48% de la población a favor son activos suficientes para considerar que la marca Trump sigue en forma pese a cuatro años de polémicas y enfrentamientos con los medios de comunicación. Así que, durante estos días, como el líder de la minoría Kevin McCarthy, le baila el agua a Trump temiendo ser el primero en arruinarle la fiesta al todavía líder del mundo libre.
La “futura estrella republicana” según Trump, Marjorie Taylor Greene; nueva congresista por Georgia y defensora de las conspiraciones de QAnon, es una de las voces más alineadas con el marco del fraude electoral y las elecciones “amañadas” por el establishment. Ni que decir tiene que su elección es un síntoma de cómo los republicanos viven atrapados en la telaraña Trump, el paradigma del éxito en el negocio de los votos del nacionalpopulismo.
Un negocio al que el partido del elefante se entregó en 2016, agotado tras ocho años en el poder de Barack Obama y las embestidas de la alt-right contra todo candidato a las primarias que no sucumbiera a la manzana prohibida de la guerra cultural contra la inmigración ilegal, el feminismo, el islam, Hollywood y unas élites globales que habían puesto a Estados Unidos a los pies de los caballos del Partido Comunista chino.
Ahora, los republicanos son más populistas que en toda su historia reciente, pero no hemos de olvidar que el trumpismo vino a regar la tierra con semillas del tea party; la verdadera oposición a Obama que abanderaba una presencia marginal del gobierno, los impuestos y los inmigrantes. Sarah Palin -ex gobernadora de Alaska, creacionista, cazadora de alces y “hockey mom” (una madre que lleva todos los días a sus hijos a jugar al hockey y que solo se diferencia de un pitbull por llevar pintalabios, como ella dijo)- abrió una ventana de oportunidad para este movimiento; de la misma forma que Trump hizo con la alt-right de Steve Bannon y Richard Spencer.
La cuestión es: ¿hasta cuándo van a seguir los republicanos en la telaraña de Trump?
En unos días veremos o bien cómo la batalla legal comienza a dar sus frutos o cómo fracasa estrepitosamente. Pero lo que los demócratas aún no entienden es que los datos y la verdad son irrelevantes y a los electores les entran por un oído y les salen por el otro, como quedó demostrado en las elecciones 2016.
Los republicanos saben que lo que importa son los marcos, como apuntaba Lakoff, y Trump está logrando difundirlos a base de generar la sobrerreacción de los medios de comunicación a cada tuit en el que habla de elecciones “amañadas” por el establishment. Una estrategia que difícilmente pueda sustanciarse en ese golpe de Estado contra el que algunos vienen advirtiendo, pero que sí es efectiva para generar un sentimiento de agravio que haga que los demócratas sufran un mandato de pesadilla encajando los golpes de la mitad de una sociedad altamente polarizada.
Las elecciones fueron el 3 de noviembre, pero esta campaña aún no ha terminado para Donald Trump. Porque ya sabemos que él nunca tira la toalla.
Sergio Pérez-Diáñez es consultor de comunicación política y co-autor del libro “Cómo comunica la alt-right. De la rana Pepe al virus chino”, junto con Xavier Peytibi.