Sergio Pérez-Diáñez - TRIBUNA ABIERTA
La alt-right ‘desata el infierno’ en el Capitolio
Los peones de la "derecha alternativa" van a convertir el mandato de Biden en una auténtica pesadilla
Ha ocurrido lo nunca visto en la historia reciente de Estados Unidos. Este 6 de enero, seguidores radicales del aun presidente Trump asaltaron el Capitolio abriéndose paso entre las embestidas, disparos y gases lacrimógenos de una policía impotente.
Cuatro muertos y medio centenar de detenidos en una de las jornadas más oscuras de la democracia estadounidense, que se saldó con un primer bloqueo de la ratificación de la victoria de Biden en las elecciones presidenciales.
Trump, después de contemplar desde la Casa Blanca la ola de caos generada por sus seguidores y de haber arengado a las masas para un “fin de fiesta” a su relato del fraude electoral, mandó a sus fieles a casa “con amor y en paz”. Todo ello en un intento de revestirse de una moral más elevada que la del establishment demócrata. Eso sí, después de la tierra quemada que supone haber golpeado la legitimidad de origen del mandato de Biden y las instituciones americanas.
Misión concluida, el Troll-in-chief ordenó la retirada de sus tropas; entre quienes destacaban miembros de la alt-right y conspiracionistas de Qanon. Un conglomerado de grupos radicales lleno de grises y complejidades desde el punto de vista sociológico, pero que algunos analistas no han dudado en tildar alegremente de “paletos”. Tal vez en honor a una errática Hillary Clinton a la que le costó las elecciones hablar de votantes “deplorables”.
Sin lugar a dudas, el episodio en el Capitolio ha sido la crónica de un asalto anunciado.
Marjorie Taylor Greene, congresista republicana por Georgia y el altavoz de Qanon (que sostiene que Trump libra una batalla secreta contra una élite pedófila y satánica) ya habló en su estreno de llevar la tormenta al Capitolio.
Por su parte, Steve Bannon, joya de la corona del populismo de derechas global y ex gurú de Trump, lleva meses calentando a la derecha online desde su podcast de radio War Room hasta tales extremos que le suspendieron el canal de YouTube por decir que pondría la cabeza del asesor Fauci “en una pica”. Ahora, ha amenazado con “desatar el infierno” en Estados Unidos, y lo está consiguiendo.
Mientras se escriben estas líneas, los medios de comunicación se hacen eco de una cascada de dimisiones en el gabinete de Trump y hay legisladores que han pedido un segundo impeachment o retirarle el cargo al presidente por incapacidad y que sea sustituido por el vicepresidente Pence como contempla la Enmienda 25.
Los hijos de Trump, que calientan en el banquillo en caso de que su padre pierda relumbrón de cara a 2024, han intentado distanciarse del asalto al Capitolio.
Eric Trump ha dicho: “Somos el partido de la ley y el orden. Hay que procesar a cualquiera que cruce esa línea con todo el peso de la ley”.
No obstante, Ivanka Trump, la mejor posicionada para suceder a su padre y una de sus principales asesoras en la Casa Blanca, ha mostrado mayores titubeos al apelar al cese de la violencia de los “patriotas estadounidenses”. Luego, hubo de matizar que “la protesta pacífica es patriótica”; un temblor de piernas que invita a pensar que quienes portan banderas confederadas, pieles y cuernos son apoyos poco recomendables si pretende ampliar las bases de Trump en una futura carrera presidencial.
Las piezas están alineadas sobre el tablero.
Los peones de la alt-right van a convertir el mandato de Biden en una auténtica pesadilla. Los alfiles Ivanka y Eric avanzan en diagonal sin importunar a los caballos republicanos, pero también están dispuestos a replegarse junto a Trump si la jugada maestra para ganar la partida es su continuidad. Porque el Rey, con 74 millones de votos y un país polarizado hasta el punto de una crisis constitucional, sigue siendo Trump.
Sergio Pérez-Diáñez es CEO de Grial Consulting y coautor de ‘Cómo comunica la alt-right: de la rana Pepe al virus chino’.