Sergi Ramo - Tribuna Abierta
Teletrabajo: ¿qué pasará con los formatos híbridos?
El retorno a la presencialidad no será un verdadero retorno. El túnel del que salimos tiene un paisaje muy diferente a cuando entramos en él
Más cerca, ¿del fin? El éxito de la campaña de vacunación en España, con el consiguiente desplome de la incidencia y la bajada de la presión hospitalaria hace que estemos acariciando la luz al final del túnel. Poco a poco, las restricciones más duras de la pandemia se están levantando y, con ellas, la vuelta a la normalidad del trabajo ya es un hecho.
Tras el verano, y con estas circunstancias, las empresas están volviendo a la presencialidad. Los datos hablan por sí solos. Según recoge el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, en la época más dura de la crisis, teletrabajaron habitualmente hasta 3 millones de personas en España, un 16% del total de empleados.
Hoy, ese porcentaje se ha reducido a la mitad. Lógicamente, no estamos en la situación de hace un año y medio, cuando nos vimos abocados al confinamiento. Sin embargo, los datos de teletrabajadores en España siguen siendo muy superiores a los datos que se registraban antes de la pandemia, cuando apenas teletrabajaba un 5% de la población activa.
Por ello, el retorno a la presencialidad no será un verdadero retorno. El túnel del que salimos tiene un paisaje muy diferente a cuando entramos en él, y los formatos de trabajo ya no serán iguales que antes. Toca el momento de reflexionar y a analizar cómo podemos mejorar el mundo laboral después de este período de incertidumbre.
La crisis de la covid-19 ha servido para, por un lado, arreglar un desajuste en el modelo de trabajo español, que estaba rezagado en cuanto a trabajo en remoto en comparación con los países europeos y por otro, para acelerar estos debates que se iban a producir tarde o temprano.
Así, no tiene sentido hablar de teletrabajo y trabajo presencial como conceptos separados cuando si algo nos ha enseñado la pandemia es que hay que ser flexibles para poder adaptarse a los cambios de un mundo cada vez más veloz.
Hay que empezar a hablar, por lo tanto, de modelos de trabajo híbridos, no a futuros si no a presente. Combinar el trabajo en remoto con la presencialidad para obtener lo mejor de ambas modalidades crea unas dinámicas de trabajo más eficaces y enriquecedoras.
Por un lado, el trabajo en remoto aporta una increíble reducción de costes en infraestructuras y servicios a la empresa. Por su parte, el trabajador ahorra en tiempo y dinero de desplazamientos y le aporta una flexibilidad horaria que hace que sea mucho más sencilla la conciliación de la vida personal y familiar.
Por otro lado, la presencialidad nos ofrece los beneficios del trato humano y la interacción con otras personas. Fruto de esta interacción nacen sinergias a través del intercambio de opiniones, que generan unos lazos de confianza difícilmente alcanzables con el trabajo en remoto.
Para poder combinar el teletrabajo con la presencialidad y construir un verdadero entorno laboral híbrido, se debe partir de una base de flexibilidad por parte de empleado y empleador. Saber leer cuándo es necesario acudir al entorno de forma presencial y qué trabajo «se puede hacer desde casa» será clave para que el modelo funcione.
Fruto de ello, tanto la productividad como la felicidad del trabajador se verán aumentadas. Esto pasa también por considerar que no todos los trabajadores son iguales. Algunos de ellos quieren seguir teletrabajando y no quieren ver la presencialidad 'ni en pintura', mientras que otros están 'como locos' por volver a la oficina.
Un modelo hibrido también es eso: tener la flexibilidad para que cada trabajador se amolde a sus preferencias, sin que la empresa salga perjudicada y siempre en aras de una mayor productividad.
La covid-19 ha servido como pistoletazo de salida para el gran cambio en el modelo laboral de nuestro tiempo. Las lógicas posfordistas se deben dejar atrás para entrar en un nuevo mundo más digital, más flexible y más híbrido. Conceptos como la reducción de las horas de trabajo, acabar con la clásica semana de 40 horas y pensar el trabajo en función de los objetivos son otros de los debates asociados a estas dinámicas híbridas de trabajo.
Adaptarse a los cambios es la clave para la supervivencia, y durante un año y medio no hemos hecho otra cosa que adaptarnos. Del aprendizaje de este viaje por el oscuro túnel depende salir de él con mayor fuerza y conseguir un modelo laboral más justo, equilibrado y productivo.
Sergi Ramo es CEO de groWZ Consultants