Sergi Doria - Spectator in Barcino

El mar rollo 'catalón'

«Amenazar. Desobedecer a un régimen clientelar como el de Cataluña conlleva la amenaza de la intemperie y el linchamiento social»

Oriol Junqueras, en una imagen reciente EFE

El rollo nacionalista siempre empieza y acaba igual. Antes y ahora. Algunos escuchan la cantinela victimista contra Castilla (antes) o el Estado español (ahora) y la asumen en nombre de la democracia. Le ocurrió a Federico Urales (pseudónimo de Juan Montseny, el padre de Federica). Anarquista federal, quiso comprender el ‘hecho nacional catalán’ que no compartía: apoyó, como impulso regeneracionista, la Solidaritat Catalana de 1906.

El espejismo periclitó con la República. «Las derechas, en Cataluña, son declaradamente separatistas» y las izquierdas «se contentarían con una autonomía federal», constató Urales. En nuestro separatismo, «hay, como en Irlanda, metido el catolicismo». Los burgueses nacionalistas, «alentaron al general Primo de Rivera».

En vísperas del 6 de octubre de 1934, con la Generalitat enfrentada al Gobierno republicano, Urales firma con su nombre, Juan Montseny (antes era Joan), ‘El espíritu catalán desterrado de Cataluña’. Se marcha de Cataluña «por culpa de unos catalanes elevados a la categoría de gobernantes de un pueblo digno de mejor suerte». Lo explica Jordi Martí Font en el prólogo de ‘Mi vida’, autobiografía que ha recuperado la Universidad de Barcelona: Urales denuncia «la forma como se ejerce el poder por parte del gobierno de la Generalitat desde el que no se hace ‘otra cosa que corromper y amenazar’».

Corromper. Jordi Pujol, autor en 1960 del panfleto ‘Us presentem el general Franco’ contra el caudillo «corruptor», se sentará en el banquillo por asociación ilícita, blanqueo de capitales, falsedad en documento mercantil, delitos contra la Hacienda Pública y frustración de la ejecución.

Al patriarca le piden 9 años (asociación ilícita y blanqueo). El clan Pujol Ferrusola suma y sigue. Jordi, alias Júnior, 29 años (asociación ilícita, blanqueo, falsedad en documento mercantil, delitos fiscales y frustración en la ejecución). Josep, 14 años (asociación ilícita, blanqueo, falsedad documental, delito contra la Hacienda Pública). Oriol, Oleguer, Mireia, Pere y Marta, 8 años por cabeza (asociación ilícita y blanqueo).

Amenazar. Desobedecer a un régimen clientelar como el de Cataluña conlleva la amenaza de la intemperie y el linchamiento social.

Al rollo nacionalista le queda el fugado Puigdemont con su vicaria y vicario (la imputada Borràs, el preso Sànchez), TV3 y la charca extractiva de Junts: la hipócrita burguesía convergente recauchutada en peronista; los curas trabucaires neocarlistas; la ‘gauche’ caviar (mainats, roures, ribós); tránsfugas del PSC sociovergente (PRI a la catalana); los fans del matón Badia; la cultureta de Òmnium; los jubilados con lazo; la ANC y su siniestra vía eslovena…

Como recita el camaleónico Ramon Fontseré en ‘Señor Ruiseñor’, homenaje a don Santiago Rusiñol que Joglars estrena en el teatro Apolo el 26 de mayo: «Ser o no ser, esta es la cuestión, aquí no basta con ser catalán, se debe ser ‘catalón’».

Los ‘catalones’ de Junts acosan a Esquerra, compañeros hasta hace poco del viaje hacia la República-que-no-existe-idiota. Les llaman ‘botiflers’: «¡Junqueras, traidor, púdrete en prisión!» (rima asonante, ‘made in Bentanachs’, el de Terra Lliure).

Los valientes de 2017 parecen -solo parecen- seguir con su rollo. La Justicia del Estado de Derecho al que subestimaron, lenta pero inexorable, no los pierde de vista.

Para rollo, el de Albert Royo, secretario general del Diplocat entre 2014 y 2017, el cuatrienio más álgido de la secesión. En 2014, año del falaz Tricentenario y de la confesión de Pujol, el presupuesto del Diplocat creció en un 77 por ciento. El proyecto del invento: internacionalizar el proceso, propagar la imagen de una España a la turca. En la separatista Universitat Catalana d’Estiu de Prada, Royo proclamaba exultante: «El caso catalán es muy europeo».

Al año siguiente se venía arriba en ‘Vilaweb’: «La clave del ‘procés’ es ganar la batalla de la opinión pública internacional y creo que vamos por el buen camino». Las áreas del Diplocat: el mundo académico que permite prestigiar el debate sobre el proceso catalán; la prensa extranjera (que ayuda a hacer llegar esa versión de los hechos al mundo) y los parlamentarios internacionales. Alguna universidad y alguna prensa extranjera -por ingenuidad o previo pago- picaron el anzuelo victimista.

En 2019 en el juicio del Tribunal Supremo, el rollo de Royo fue que el Diplocat «no organizó ningún referéndum»; su misión era «dar a conocer» la cultura, el paisaje y la sociedad catalana. «Atraer inversiones, talento y crear lazos de confianza… No éramos un Ministerio de Exteriores ni nada parecido».

¡Vaya rollo, Royo! ¡Si Raül Romeva se autodenominaba Minister of Foreign Affairs!

Sediciosos y mentirosos (rima consonante). Vivir del cuento, en castizo; del relato, en pedante posmoderno; del rollo, en cheli.

Diez años después de la épica, ahí los tenemos, en facciones, con la CUP fiscalizando el caos: a dentelladas por consejerías, centenares de cargos y dineros europeos. Y Llach, de mal rollo, con la ‘Cançó de l’enfados’…

¡Cuánta dignidad! Jalean fanáticos. ¿Sabrán qué significa esa palabra? Y lo que es peor: ¿en qué piensan sus votantes?

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