Sergi Doria - Spectator in Barcino

La Convergencia Picaresca

Concierto de Sant Esteve de 2019 en el Palau de la Música EFE

La política española rebosa de pícaros. Como en el viejo oficio de robar -sea en castellano, catalán, gallego o vasco-, aquí no hay hecho diferencial. Tenemos un pícaro en la Moncloa que se ajunta con la extrema izquierda bolivariana y destapa la caja del cantonalismo. Otro pícaro, Puigdemont alias el Vivales, maltrata la guitarra y el inglés con estribillos del plasta Denver. Tiene motivos para la expansión cacofónica: la Unión Europea arropa a los nacionalismos que pretenden reventarla; les forra con euros para seguir vendiendo crecepelo populista.

El pícaro guitarrero, que actuará pronto en Perpignan, nombró vicario en Cataluña a Quim Torra, alias Gandalf según los CDR. Si no fuera por sus ideas racistas y su apuesta por la “vía eslovena” que, además de arrojar muertos, borró del censo a dieciocho mil yugoslavos que perdieron derechos, propiedades y ahorros. Si no fuera porque considera “bestias taradas” a los españoles sería solamente un fanático resentido; y la tragedia de su vida, la de un pícaro ridículo.

Inhabilitado, el vicario del Vivales guitarrero no tiene quién le cante. Y si alguien canta es de puro plañidero: disimula, con la hipocresía del pesebrismo nacionalista, el jolgorio de librarse de semejante “caganer”.

Entre las deposiciones del inhabilitado, su cabreo al constatar que Esquerra pacta a sus espaldas con el pícaro de la Moncloa y la peña de Junts per Cat -otra madriguera de pícaros- no monta un pollo por su defenestración: “Que desde nuestro espacio se hable de mi ‘sustitución’, y en cambio no se plante cara a mi inhabilitación, aceptándola con esta tranquilidad, me parece un poco lastimoso… Os agradecería que sobre mi inhabilitación os abstuvierais de hacer comentarios o, si los hacéis, que sepáis que no los puedo compartir”. De risa.

El pícaro Torra vivió uno de sus “momentums” cuando presidió entre lloriqueos el espectáculo fascistoide de Sant Esteve en el Palau. Al entonar “El cant de la senyera” volvió a creer que la España democrática es una versión 2.0 del franquismo y él la reencarnación del Pujol, el Pícaro Mayor, Gran Timonel de la picaresca catalana.

Con tantas esteladas, el pícaro vicario recordó la octavilla por la que el Pícaro Mayor acabó en la trena: “Os presentamos al general Franco”. El Palau era el mejor escenario para la evocación. Si el pícaro Millet –o Bitllet- lo ocupó para la boda de su hija, ¿por qué no lo iba a ocupar el separatismo en su aquelarre nostálgico?

Cuando van a cumplirse, primavera de 2020, los sesenta años de los “Hechos del Palau”, veamos en qué pararon los proyectos de la organización CC (Cristians Catalans) que cristalizó en Convergencia Picaresca.

Leamos que escribió Pujol en su octavilla del 15 de abril de 1960:

“El general Franco… ha escogido como instrumento de gobierno la corrupción. Ha favorecido la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por asuntos de corrupción económica o administrativa es un hombre prisionero. Por eso el Régimen ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica. Como se hace en ciertas profesiones indignas, el Régimen procura que todos estén enfangados, todos comprometidos”.

Cambien el apellido de Franco por Pujol y obtendrán el vivo retrato de la Cataluña nacionalista. Entenderán la picaresca deriva separatista en paralelo a la corrupción de la hegemónica Convergencia y las “profesiones indignas” del Clan Pujol: la red clientelar del 3 por ciento y la degradación moral de la autonomía con una sociedad civil “prisionera” de las subvenciones del Régimen. El nacionalismo corruptor canta a la senyera con la estelada en mano (la rojigualda sigue el armario, por si acaso).

Los eslóganes a favor de los sediciosos obraron de bálsamo en ese pícaro activista que oye a sus espaldas las chanzas de quienes se apremian a sustituirlo en la nómina de 150.000 euros anuales. Pujol evade y defrauda… pero se va de rositas porque el delito ha prescrito: por algo es el Pícaro Mayor.

No es la primera vez que Torra recibe una patada en el trasero. El 16 de marzo de 2007, la aseguradora AXA le dio el finiquito en su bonita sede de L’Illa Diagonal. Pero que el Inhabilitado no tenga quien le llore no significa que no tenga quien le pague. Serán los contribuyentes -también quienes sentimos vergüenza por sus bravatas- los paganos de la pensión vitalicia (despacho, secretaria, guardaespaldas y coche oficial) que recibirá tras dieciocho meses de armar bulla, brindar con ratafía y cebar la violencia separatista. La ley del chollo de los expresidentes la aprobó el Pícaro Mayor en 2003, último año de su mandato.

Si la España de Franco se dividía en buenos y malos españoles, la Cataluña de Pujol y Torra lo hace entre buenos y malos pícaros.

Mediante la inhabilitación Torra recibirá el premio a tantos años de esforzada picaresca.

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