Sergi Doria - Spectartor in Barcino

El club de fans de Pujol

A diferencia de cuando le cortaban la palabra entre abucheos, el procesado por asociación ilícita, blanqueo de capitales, siete delitos contra la Hacienda Pública... recibió aplausos

El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol, fotografiado en 2009 EJOB VERMEULEN

Jordi Pujol Soley advierte en un artículo de 'La Vanguardia' que participa poco en la vida pública. El calendario reciente demuestra, más bien, lo contrario. El expresidente asentó cátedra, hace un mes, sobre 'La infrafinanciación del Cataluña' en el Palau Robert. Los cuatro exconsejeros de economía participantes –Castells, Mas-Colell, Junqueras y Giró– quedaron relegados, como en los viejos tiempos, al papel de comparsas.

A diferencia de cuando le cortaban la palabra entre abucheos, el procesado por asociación ilícita, blanqueo de capitales , delito continuado de falsificación de documento mercantil, siete delitos contra la Hacienda Pública y otro de frustración de la ejecución recibió aplausos. En los debates del Estatuto de 1979, afirmó Pujol, Convergencia y Esquerra pidieron el concierto económico… Pero ¡ay!, en Madrid contestaron que «para nosotros (los catalanes) la lengua sí, los cuartos no».

Pujol volvía a mentir. Y como la mentira tiene las patas cortas aunque en Cataluña no lo parezca, Pedro Luis Uriarte, consejero de Economía y Hacienda vasco de aquel tiempo, desmintió la declaración: «En el verano de 1980 se le ofreció en mi presencia un Concierto a Cataluña, cuando negociábamos nuestro Estatuto, y lo rechazó».

Tras la perorata, el de «la deixa de l'avi Florenci» saludó a Junqueras: «Gràcies noi, com estàs? Aguanta fort», murmuró con afecto el sedicioso indultado.

Lo del «aguanta» recuerda al «Luis, sé fuerte» de Rajoy a Bárcenas, pero en esta Cataluña si el «patriota» Junqueras se lo suelta al líder del partido del 3 por ciento no es grave. Pujol no solo aguanta: una semana después fue recibido con todos los honores por Joan Laporta en la tribuna del Camp Nou, en el partido del Barça-Bancarrota y el Espanyol. No sonó 'Els Segadors' por la afónica megafonía, pero poco faltó.

En su reciente artículo, 'Cuando el Constitucional entendía el catalán', Pujol menciona al exconsejero de Economía Antoni Castells porque le dijo que el problema de Cataluña es de financiación «pero sobre todo lo es de reconocimiento». Aferrado a la cita, evoca al presidente del Constitucional, Tomás y Valiente, para reafirmar la campaña sobre la «persecución» del catalán: «Esta nueva ofensiva contra la lengua no nos debe sorprender. La gradual residualización (sic) del catalán es el objetivo de sectores políticos intelectuales y sociales de España. Muy importantes. A menudo dominantes».

Según el patriarca del clan Pujol-Ferrusola, el problema de Cataluña es de reconocimiento de su identidad: «Sobre todo, de cultura, de lengua, de valores, de memoria».

Cultura: monolingüe, subvencionada. Lengua: inmersión escolar, multas a comercios, imposición nacionalista hasta hacerla antipática. Valores: véase la trayectoria de Pujol, Family & Friends. Memoria: historiografía falseada, leyendas románticas para sembrar el odio, la guerra civil se hizo contra Cataluña…

Leía a Pujol al mismo tiempo que 'Infierno, purgatorio, paraíso' (Tusquets), novela de Jordi Ibáñez Fanés que resucita con el nombre de Capgràs al Ubú President que perfiló Boadella. Uno de los personajes enumera las razones de su lamentable ejecutoria: «Las razones de la soberbia. Las razones del victimismo inmune a cualquier examen de conciencia. Las razones de los que se creen superiores, pero habitan en las telarañas de un viejo complejo de inferioridad. Todo muy psicológico, muy neurasténico. El mundo en blanco y negro, con buenos y malos, sin nada entremedio, sin matices, sin intermediaciones, sin más capacidad de análisis que la queja, el nosotros y el ellos y luego el llanto y crujir de dientes, los derechos imaginarios sagrados y los derechos reales y concretos pisoteados».

En 1981 Josep Tarradellas escribió al director de 'La Vanguardia', Horacio Sáenz Guerrero. Cuando pasó el testigo de la presidencia a Pujol tenía previsto dar vivas a Cataluña y España, pero el sucesor desechó la fórmula : «Su conducta nacionalista era y todavía es hoy la de utilizar todos los medios a su alcance para manifestar públicamente su posición encaminada a hacer posible la victoria de su ideología frente a España».

Denunciaba Tarradellas la fórmula 'pujolista' del victimismo hispanofóbico : «Están utilizando un truco muy conocido y muy desacreditado, es decir, el de convertirse en perseguido, en la víctima; y así hemos podido leer en ciertas declaraciones que España nos persigue, que nos boicotea, que nos recorta el Estatuto, que se deja llevar por antipatías hacia nosotros».

Los problemas de la lengua y de la escuela, añadía, la Generalitat los convierte en «un problema político y partidista». Tarradellas concluía así la misiva: «Nuestro país es demasiado pequeño para que desprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos».

Obviamente, Pujol no siguió el consejo. Amamantó a un empresariado clientelar y a las nuevas generaciones que vivieron del carné convergente para, cada vez más radicalizadas, golpear la legalidad constitucional ( leyes de transitoriedad, referéndum ilegal, DUI ). Quienes en nombre de la identidad que invoca Pujol, imponen el catalán a machamartillo.

Sus fans. Eternamente agradecidos, le aplauden.

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