Sergi Doria - Spectator in barcino
Los «black days» del activista
Que Torra es activista de lo suyo y un vago en lo de todos es una evidencia palmaria
Hace un año, entre el 17 y 21 de octubre, el activista Torra dilapidó veintiún mil euros del erario en un viaje a Suiza. Dio una conferencia en la universidad de Ginebra para internacionalizar el conflicto ; habló de sus cosas -o sea, del procés- con Marta Rovira, Anna Gabriel y con el presidente del Consejo de Estado del cantón de Zúrich.
Esos quehaceres, que solo atañen a la Cataluña separatista, le ocuparon cuarenta y ocho horas: las otras setenta y dos las dedicó al turismo con la familia sin dar más explicaciones. Mientras Torra recorría los paisajes descritos en “El quadern suís”, un temporal anegaba Alcanar, pero la cruda realidad es tema menor para quien se postula como embajador de la República Catalana en la Confederación Helvética.
Aquel “quadern”, cuyo título es una burda imitación del “Quadern gris” de Pla, nació entre 2005 y 2007. El entonces abogado de Winterthur -aseguradora absorbida por AXA- iba a recibir una patada en el trasero previo visionado de un power point.
Mientras aguardaba el finiquito, Torra se puso místico. Mezcló a Calvino, Dürrenmatt, Walser y Stamm con la Heidi de Johanna Spyri. En los paisajes alpinos, se creyó un epígono de Pla, Xammar, Cabot, Gaziel, Rodoreda, Gassol, Patxot, Cambó, Tarradellas, Vidal i Barraquer, Corominas, Sert...
Tan polisémica mixtura de catalanidades y la excursión al Jungfrau acentuó el mal de altura. De los cuatro primeros -Pla, Xammar, Cabot y Gaziel- anotó: “Quizás, muy modestamente, alguna cosa se me ha pegado”.
El Estatut del 2006 motivó un diagnóstico apocalíptico: “Ahora ya sabemos que esto durará una generación. Es decir, a mi me coge jubilado, paseando a los nietos y explicándoles, en una antigua lengua, que quizá ya no conozcan, que sus abuelos no fueron capaces de ir más allá”. Ir más allá significa “hacer efectiva la República” con un “salto colectivo y nacional”; es el lema preferido del vicario: “Keep the momentum”.
Que Torra es activista de lo suyo y un vago en lo de todos es una evidencia palmaria. El pasado lunes, con el concurso de su abogado -otro activista- se jactó de desobedecer a la Junta Electoral Central; actuó de Plutarco con una “vida paralela” entre la independencia americana y la catalana, entre Washington y su persona; encarnó al Fidel de la Historia me absolverá: “Ante la Historia, recordad que vuestra condena será vuestra condena”, espetó al tribunal. Para el Dúo Sacapuntas Torra-Boyé, el lazo amarillo y la pancarta pro “presos políticos” son fruto del consenso social. Quina barra!
No hay cosa peor que un catalán fatxenda , escribió Pla cuando ya detestaba al “milhomes” Pujol (pero a ese Pla, como al Gaziel que abomina del “tot o res”, el activista no los ha leído).
El juicio por la pancarta estuvo precedido de una declaración muy propia de la escatología xarona . Como había comido una botifarra amb mongetes “bastante contundente”, quien se proclama 131 President -en realidad es el 10, las otras generalidades eran Antiguo Régimen- amenazó con tirarse pedos durante la vista. Según las preguntas de sus señorías, señaló, “la cosa puede ir por un lado o por el otro, no sé”. Más fatxenderia , más degradación de las instituciones catalanas, más miseria moral.
Tras este espectáculo tan poco edificante, tal vez fatigado de su propia estulticia, el vicario se escaqueó de asistir a los premios Ferrer Salat que otorga Foment del Treball. La patronal le exige que condene la barbarie, algo imposible para un hooligan de los CDR.
La ausencia del activista vago era doblemente grave: dejó plantadas a tres ministras del gobierno español con el que pretende dialogar y a Luca de Meo, empresario del año. El presidente de Seat -primer inversor industrial de España- había denunciado horas antes los cortes de carreteras y sabotajes independentistas: “Si esto sigue así, el grupo tiene plantas en casi toda Europa”. Que Seat pierda 18 millones de euros al haber de paralizar la planta de Martorell por la huelga política del 18-O le importa una higa al profeta de la ratafia.
“Estábamos cansados de vivir bien”, dijo un pescador de L’Escala. La sabia reflexión, digna de l’Hermós de Pla, titula el recomendable libro de Albert Solé. El periodista del Diari de Girona define al No Govern cual “colla de xitxarel.los sin el menor grosor intelectual”. "Xitxarel.lo: joven sin experiencia, fácil de embaucar, que se cree un adulto”.
Admirador de Julio Camba, libertario del humor y colega de valerosos botiflers como Ramón de España, Víctor Amela y Alfonso de Vilallonga, Solé demuestra en sus mordaces columnas que el procés vino para joder Cataluña.
Mas, Puigdemont, Torra… ¿Qué vendrá tras el vicario de las ventosidades? La decadencia de la Generalitat es tal, advierte Solé, que el próximo President bien pudiera ser un mejillón en escabeche. Próximo al epílogo, el activista vago depara todavía más “black days”.