Pablo Nuevo - TRIBUNA ABIERTA

Scalia

Scalia ha sido uno de los más brillantes defensores del «originalismo»

El viernes pasado murió a los 79 años Antonin Scalia, juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Desde su nombramiento por Reagan en 1986, a lo largo de estos últimos 30 años ha sido un referente en el seno del Tribunal haciendo frente al activismo judicial que caracteriza a los jueces progresistas.

Scalia ha sido uno de los más brillantes defensores del "originalismo": frente a una mayoría académica que sostiene que la Constitución es un instrumento vivo ("a living Constitution") y que por tanto la tarea del Tribunal Supremo es sacar a la luz qué significa hoy día, Scalia sostuvo contra viento y marea que la Constitución es un instrumento normativo, y que el papel de los jueces constitucionales se limita a averiguar qué significado tuvo originalmente, como expresión del poder constituyente del pueblo. Cada cláusula constitucional, señalaba, tiene un origen, que determina las palabras empleadas, la intención por la que fue aprobado con ese texto y no otro, etc.

A partir de este método de interpretación jurídica, Scalia llegaba a su mininalismo constitucional: lo decidido originalmente por la Constitución (así como por sus sucesivas Enmiendas) era poco, de modo que quien debía adaptar el ordenamiento jurídico a las exigencias de la sociedad de cada momento era el legislador y no el Tribunal Supremo. Y es que este era uno de los riesgos que Scalia apreciaba en la teoría de la "living Constitution": si la Constitución tiene un significado cambiante, que debe ser esclarecido por los jueces constitucionales, éstos se arrogan un poder que el propio texto constitucional nunca les dio: crear el Derecho, y no decir cuál es el Derecho vigente.

Además, con frecuencia cuando el Tribunal Supremo norteamericano se ha recurrido a este método de interpretación y ha ido descubriendo nuevos derechos no presentes en el texto del Bill of rights, lo ha hecho al dictado de la tendencia cultural dominante. Pero como señalaba Scalia un catálogo de derechos que significa en cada momento lo que la opinión cultural dominante dice que significa es algo pertectamente inútil, por cuanto la razón de ser del reconocimiento de derechos es actuar de límite contra mayoritario, estableciendo frenos al poder, ya sea el del parlamento o el ejecutivo ya sea el de un tribunal.

Por la agudeza de su razonamiento, en el que combinaba la seriedad argumental para distinguir el plano del Derecho del de la política con un gran sentido del humor (en ocasiones despiadado cuando llevaba al absurdo las consecuencias lógicas de sus oponentes) se convirtió en un juez que a nadie dejaba indiferente: era un icono del mundo conservador, y una de las bestias negras del progesismo.

Su muerte constituye una gran pérdida para el mundo jurídico. Descanse en paz.

Pablo Nuevo es abogado y profesor de derecho constitucional

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