Miquel Porta Perales - Tribuna Abierta

Santa queja

Cada viernes –coincidiendo con la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros– el nacionalismo catalán rebobina el discurso victimista ya de sobras conocido por estos pagos

El nacionalismo catalán ha convertido el viernes en la festividad de Santa Queja. En efecto, cada viernes –coincidiendo con la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros– el nacionalismo catalán rebobina el discurso victimista ya de sobras conocido por estos pagos. La letanía reza así: «desde hace meses y meses, por no decir años, viernes tras viernes, el Consejo de Ministros español anuncia recursos y más recursos contra todo lo que se legisla en Cataluña». La letanía del día de Santa Queja prosigue: «un día recurre contra una ley al TC, un día recurre contra un nombramiento, un día una Declaración, y la vicepresidenta del gobierno del Estado deja claro que a partir de ahora llevarán también al TC las declaraciones que el presidente de la Generalitat y los consejeros del gobierno catalán puedan hacer a los diarios, radios y televisiones del país». Concluye: «ya no judicializarán solo los hechos, sino también las declaraciones de intenciones. Fantástico. Quizá un día encontrarán el sistema para llevar al TC a quien piense que en una Cataluña independiente viviría mejor y a quien vote a partidos independentistas».

El nacionalismo catalán es consciente de la inconstitucionalidad que está diseñando. Como lo es del fraude ley –sea implícito o explícito– de algunas de las representaciones –declaraciones y proyectos– que planea ejecutar en el escenario de la política catalana bajo la etiqueta de la «desconexión». ¿Por qué insiste y persiste? Porque, necesita dar una imagen de fuerza y tenacidad para acallar críticas y preservar la unidad de las fuerzas independentistas, porque necesita transmitir la idea de que todos los catalanes pueden ser perseguidos, porque necesita seguir alimentando la idea de una España intratable que justifica la existencia del «proceso». Por eso y para eso, Santa Queja resulta indispensable para alcanzar el cielo de la independencia. De ahí, que el independentismo -a mediodía es la cita-, viernes tras viernes, rinda culto a Santa Queja.

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