Salvador Sostres - SHAMBHALA

Víctimas y verdugos

«Los chefs catalanes tienen que ponerse en pie y tomar medidas concretas. La primera es la de declarar personas no bienvenidas en sus restaurantes a los consejeros Meritxell Budó y Alba Vergés»

El vicepresidente del Govern, Pere Aragonès habla con la consejera de Salud, Alba Vergés EFE

Salvador Sostres

No basta con caceroladas, demostraciones ni decir que «nos han declarado la guerra». Los chefs catalanes tienen que ponerse en pie y tomar medidas concretas. La primera es la de declarar personas no bienvenidas en sus restaurantes a los consejeros Meritxell Budó y Alba Vergés, al vicepresidente Aragonès y al periodista Josep Corbella. Todos ellos se han ensañado miserablemente contra bares y restaurantes, reclamando demencialmente su cierre. Todos ellos han participado militantemente en el linchamiento al sector, y han ido a por sus empresarios, sus trabajadores, sin mostrar la menor piedad ni ningún conocimiento de cómo funcionan estas grandes casas, las medidas sanitarias que han tomado y las normas de seguridad con que en cada momento se garantiza la seguridad y la salud de sus comensales. Estos funestos personajes, en su fanatismo despreciable, y en su absoluta falta de clase, no merecen ser recibidos nunca más en estos restaurantes a los que han intentado humillar, arruinar y destruir. Han ido a por nosotros. Y yo no soy revanchista, pero no los quiero en mis restaurantes, porque si en la distancia éste ha sido el daño que nos han hecho, no quiero ni pensar qué van a hacernos si un día los dejamos entrar en nuestras estancias. Menudo atajo de bestias.

Por lo tanto, anuncio que si en cualquier restaurante en el que yo me encuentre comiendo o cenando comparecen alguno de estos cuatro tipejos, les montaré un escándalo, cosa que jamás -y cuando digo «jamás» no soy exagerado- he hecho en ningún restaurante, y les acusaré de habernos robado el dinero y la felicidad, cuando no hacía ninguna falta, y les llamaré lerdos, ignorantes y patanes. Ya sé que las tres palabras forman parte de un mismo conjunto semántico pero diré igualmente las tres, y las diré gritando, y a continuación me marcharé sin pagar lo que llevara consumido con la idea de no volver nunca más.

Yo adoro a mis restaurantes y a mis chefs. Mi gratitud y mi lealtad hacia ellos está fuera de toda duda. Dentro de poco voy a publicar mis extractos bancarios de 2019 para que ustedes entiendan de qué les hablo. Pero mis queridos chefs (no digo que todos, pero sí muchos de ellos) han votado en los últimos años, por lo menos desde 2015, todo lo que nos ha llevado a este desastre. De modo que no pueden sentirse sólo víctimas de esta situación, sino también sus propios verdugos. Es importante que lo piensen. Ni siquiera para fustigarse -aunque un poco deberían- sino para no volver a cometer sus lamentables errores, de tan nefastas consecuencias, en el futuro. Meritxell Budó, Alba Vergés o Pere Aragonès no han dado un golpe de Estado para usurpar sus cargos sino que sus partidos independentistas ganaron junto a la CUP, con rotundidad, las elecciones, con el voto de muchos chefs, segundos de cocina, jefes de sala y camareros que además alardearon de su sufragio. No hemos caído en este pozo porque tropezáramos con algo. Ha habido una mala fe manifiesta, una incompetencia escandalosa y unos damnificados que eligieron su ruina y la nuestra. No necesito que mis queridos chefs y camareros se disculpen conmigo por el daño que me han hecho, y que por supuesto se han hecho, pero ya que vamos en el mismo barco, tenemos los mismos intereses y somos una gran familia, me atrevo a sugerirles que la próxima vez que voten lo hagan pensando en su trabajo, en sus hijos, en sus clientes, en aquello de una manera tan indiscutible y urgente se componen sus vidas y que tantas veces han olvidado en nombre de entelequias que ni están ni se las esperan, y mucho menos si dejan su realización en manos de esta banda de incapaces y de vendedores de pócimas milagreras.

Vamos a superar el Covid y vamos a superarlo pronto. Puede que todavía las cosas empeoren un poco antes de mejorar pero mejorarán pronto. La Humanidad convocada a su mayor esfuerzo en décadas ha respondido de un modo brillante. Pero no estamos a salvo. Nunca lo estuvimos y nunca lo estaremos. Y cuanto mayor sea nuestro progreso y nuestro bienestar, mayores serán los desafíos que tendremos que afrontar.

Sólo la libertad, sólo una idea fuerte y valiente de la libertad nos puede ayudar a frentear los retos como hombres, y a ganarlos. Sólo protegiendo la actividad económica y la creación empresarial se defiende la vida y la salud y todo lo demás. Cuando la economía no está en el centro de nuestras vidas, lo está la miseria y la muerte. Sin economía no hay vida. Sin empresarios no hay trabajadores. Sin clientes no hay empresarios y sin gobernantes que protejan nuestro espacio estamos vendidos, como acabamos de ver en Cataluña, y no hemos visto en Madrid, cuya presidenta entiende mucho mejor a los chefs y a los restauradores catalanes que estos a su propio país y a la colección de dementes que han votado.

Os quiero y os debo tanto que no os puedo reñir. Ni siquiera puedo enfadarme. Pero cuando estos días tengáis que abrir en horario de oficinistas y sólo a mediodía, pensad en qué clase de vida queréis y qué estáis dispuestos a hacer por ella. Por supuesto que depende de vosotros que tal atropello no vuelva a pasar, por supuesto que sois culpables de que haya sucedido y me gustaría saber cuántos prejuicios y oscuras ideas equivocadas estáis dispuestos a sacrificar, y a cambiar, para poder entre todos superar este siniestro atraso.

Hay que levantarse contra el desdén, contra el abuso, contra la tiranía. Es verdad que jamás he visto a ninguno de estos mequetrefes en mis restaurantes, lo que sin duda explica su deplorable trayectoria, su falta de gusto y de talento y el lugar ínfimo de la Historia en el que merecen que les sepultemos.

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