Salvador Sostres - Todo irá bien
Os vamos a desembarcar
«De cada almuerzo y de cada cena haremos un Desembarco de Normandía porque ellos son los alemanes, un tanque contra cada una de nuestras esperanzas»
Romain Fornell fue el chef que más joven recibió su primera estrella en la Guía Michelin, que aún mantiene, por su restaurante Caelis, que entonces estaba en el Hotel Ritz y ahora en el Hotel Ohla, los dos de Barcelona. Además de su trayectoria como autor de alta cocina, Romain se ha convertido en el chef ejecutivo más importante de la ciudad. Suyos son, junto con Caelis, Rooftop Ohla, Vistro 49 y Passohola, dentro del mismo hotel; y también el Bar Turó, Casa Tejada, Tejada Mar, Leopoldo, La Gavina, Joel’s Oyster, La Taverna del Mar y Le Léopard. El domingo a mediodía, en el Bar Turó, ensayó su innovador «vermut take away», consistente en vender bebidas en vaso de plástico y aperitivos como berberechos, croquetas, aceitunas o patatas bravas en recipientes de cartón para que se pudieran consumir cómodamente fuera del establecimiento. Muchos de sus clientes quisimos respaldar su simpática iniciativa para agradecerle los años que lleva elevando el nivel gastronómico de Barcelona y creando prosperidad y puestos de trabajo. ¿No es genial que un francés que en París tendría 3 estrellas en la Guía Michelin y el entusiasta reconocimiento de su país se instale en nuestra ciudad para ayudarnos a ser felices? Y allí estábamos, fuera del local, guardando la distancias entre los distintos grupos que nunca eran superiores a las 6 personas, y tratando de convertir esta desolación causada por una clase política deplorable en una mañana de domingo pese a todo alegre y productiva. De repente pasó una vieja a la que conozco, pero que por esta vez no la voy a nombrar, porque tiene un cáncer que pinta mal y lo poco que le queda no se lo quiero amargar. Una vieja con su marido y empezó a tomar fotografías reprochándonos que no lleváramos la mascarilla, cuando estábamos comiendo y bebiendo. Es la nueva Gestapo de barrio, que arremete contra la libertad y se mete en la vida de los otros. He dicho que «por esta vez» no voy a publicar su nombre, señora. Pero usted más que nadie tendría que ser comprensiva con los que tratan de ganarse la vida y los que tratamos de ayudarles en defensa de la economía y de nuestra felicidad. Usted más que nadie, señora, tendría que entenderlo, aunque sólo sea porque se casó con su marido por dinero a pesar del «asco» que le daba, como les explicaba a sus amigas del Iradier, cuando el Iradier era el Iradier y no este supermercado en el que lo ha convertido Metropolitan. Usted que es una prostituta, de la zona noble de la ciudad, pero una prostituta, y que sabe el «asco» que ha pasado, tendría que alegrarse de que los demás intentaran llevar una vida más digna y agradable que la suya. La conozco muy bien, sé lo que ha hecho. Sé cómo en los 90 le robaba todavía más dinero a su marido bajo el pretexto de una enfermedad inventada y de un médico que no existía. Aquellos ficticios viajes a Londres. También sé con qué hombres le engañó, la mayoría de pago, pagados también con el dinero de su marido. ¿Con qué derecho se cree a señalarnos? ¿En qué momento creyó que tendríamos que aceptar lecciones de una que es, todo al mismo tiempo, una mentirosa, una ladrona y una «del asunto»? ¿Qué riqueza ha creado usted? ¿Qué puestos de trabajo? Y no me diga que el de su criada, porque es amiga de la mía y le ha dicho que le paga en B y le debe horas extra. Perdone que se lo mencione, pero no soy yo el que voy por la calle diciéndoles a los demás cómo tienen que vivir. Al final huyó como las ratas porque salió a perseguirla una madre a cuyo hijo de 13 años había usted fotografiado. Esto sí que es ilegal, tomar la foto de un menor sin permiso. Dada la edad de algunos de sus amantes de pago, no estoy seguro de para qué la quería. Mire, señora. Si nos ponemos a hacer fotografías, las haremos todos, y nadie conoce Barcelona mejor que yo. Sin ir más lejos, a usted me la sé de memoria. Sé lo que ha hecho y con quién y con qué dinero. ¿De verdad quiere que nos pongamos estupendos? ¿De verdad quiere cumplamos con lo establecido a rajatabla? Es que igual se cree que sólo usted sabe hacer fotos, pero le aseguro que aquí el tiet, que en la vida ha tocado una Hasselblad, es un genio del retrato moral. ¡Se me da fantástico! Esta vez no diré su nombre. Pero si hay próxima, 2 de sus hijos descubrirán que le ha estado llamando «papá» a hombre equivocado. Hágame otra fotografía. Hágamela. Y verá qué bien quedamos.
La siguiente policía en comparecer fue la auténtica. Dos agentes de Mossos y dos de la Urbana para un pobre bar cerrado. No fue una «actuación policial»: fue un linchamiento, fue un escrache, y además sin ningún resultado, porque el establecimiento no estaba incumpliendo ninguna normativa: vendía, cobraba, no permitía la consumición en su interior, tenía desmontada la terraza, sin sillas ni mesas, y evidentemente un chef no puede ni debe decirle a sus clientes lo que tienen o no que hacer cuando están en la calle. Vino la Policía a intimidarnos, a perjudicar todavía más a un empresario que intenta luchar contra el naufragio, y a los consumidores que luchábamos con él para que la ciudad pueda seguir funcionando. ¿O es que alguien piensa que Romain depende de los cuatro aperitivos que sirvió? ¿O es que alguien cree que yo voy por gusto un domingo a mediodía a comer aceitunas en un vaso de cartón o a tomar un Martini en un vaso de plástico? Y estos agentes, con el debido respeto a la autoridad, que yo se lo tengo y se lo tendré pase lo que pase, ¿de dónde se piensan que sale el dinero que paga sus salarios, el colegio público de sus hijos y su sanidad también comunitaria? «Hacemos nuestro trabajo», nos dijeron. Bueno, hasta que nosotros con el nuestro podamos pagaros. Yo os vi y os escuche. Y lo que hicisteis fue violentar a un propietario con acusaciones sin fundamento, y Romain, que sabía perfectamente lo que estaba haciendo, permaneció impasible ante la clamorosa provocación y todo lo que le supisteis decir es que «normalmente» las bebidas para llevar se venden con el vaso tapado. Con toda la razón, os preguntamos en qué ley o norma se estipulaba que la tapa era necesaria, y ante la falta de argumentos, de razón y de cobertura legal os tuvisteis que marchar sin interponer denuncia ninguna y el bar continuó haciendo su trabajo. Aquello sí que era «su trabajo». Con el primer confinamiento nos cogieron con los brazos caídos, tuvimos miedo al principio, y no entendíamos lo que estaba pasando. Ahora sabemos que estamos gobernados por inútiles, ignorantes y fantasmas, el miedo lo tienen ellos, y vamos a resistir y de cada almuerzo y de cada cena haremos un Desembarco de Normandía porque ellos son los alemanes, un tanque contra cada una de nuestras esperanzas, y cuando volvamos a votar les echaremos a patadas. Son la mayor conspiración contra el hombre libre que ha existido desde la Segunda Guerra Mundial. La policía de verdad y la Gestapo de barrio. La izquierda española y la izquierda catalana. Sánchez, Iglesias, Aragonès y Colau. La semipú de las fotografías, que si algún día cuento lo suyo, lo de la pandemia va a parecer un chiste, sobre todo para el pobre de su marido. Ya no somos los asustadizos corderitos del confinamiento. Ya hemos aprendido que todo tiene que ver con la libertad y que si un gobernante no entiende que no se puede proteger la salud sin proteger a la vez la economía, la libertad y la vida es un simple inepto al que es nuestro deber como hombres libres mandar inmediatamente a su casa. Preferimos nuestra vida a vuestras amenazas. Os vamos a desembarcar y no os va a quedar playa para correr a esconderos de vuestra infamia.