Salvador Sostres - Todo irá bien

No vayas nunca más a Harry's

«Si lo que tienes que hacer es ir a cenar a Harry’s vale más que te confinen, porque con este gusto para los restaurantes y esta audacia para el dinero, es imposible que no te acabes contagiando»

Interior del restaurante Harry's ABC

Salvador Sostres

Yo estas cosas a mi edad ya no tendría que hacerlas, pero aún las hago. Cuando me dijeron que había abierto Harry’s, de Isabella Heseltine, decidí ir aunque sabía perfectamente lo que me encontraría. Vi una fotografía que me gustó, alguien de quien ya sé que no tengo que fiarme me habló bien de la casa y con esa alegría de pensar que la vida siempre guarda sorpresas a quienes sabemos esperarlas, acepté cenar allí con unos amigos que habían hecho ya la reserva. Menciono lo de la reserva porque el restaurante suele estar lleno. Mediodía y noche. Bueno, ¿y qué es Harry’s? Harry’s no es nada. Harry’s es otro humillante local para que los tipos más estúpidos de Barcelona te digan al día siguiente: «Ayer estuve cenando en un restaurante que es muy Manhattan». Hay un tipo de cretino barcelonés. Suele tener algo de dinero, aunque no tanto, y no sirve de nada lo que le enseñes, ni lo que le pase por delante; de nada le han servido El Bulli, Tickets, Gresca, Coure, Caelis, Nairod, Hoja Santa, Nobu, Sushi 99 porque ellos creen que las cosas de esta Isabella son Manhattan. Isabella Heseltine nunca ha sido capaz de crear un buen restaurante, y si alguna vez se ha encontrado uno en el que habíamos llegado a estar medianamente bien, lo ha destruido con su gusto pésimo, con su horterada que siempre la acompaña, con su presencia absurda, vulgar, de condesa falsificada, esa deprimente y muy grosera parodia de la elegancia y ya no digamos de la clase. Es que ahora resultará que tendrá que venir este espantapájaros a explicarnos qué es Manhattan, y eso que Manhattan no es ningún referente de la alta cocina, ni lo ha sido nunca: ni siquiera de la cocina decente. «Es muy Manhattan». ¡Calla, imbécil! Harry’s es una pérdida de tiempo y de dinero. Ir a Harry’s es demostrar que no das ningún valor ni a tu noche ni a tus amigos. Que no les respetas. Que no te respetas. Es una ofensa para Barcelona que Harry’s esté lleno, dice muy poco de los barceloneses que nos traguemos semejante burla. Harry’s no tiene el menor sentido ni conduce a nada. La decoración, oportunista y pretenciosa, es de pa sucat amb oli, y si rascas ni que sólo sea un poquito comparecen todas las categorías de la mentira. La comida es vulgar, anodina, como un chiste de sin gracia repetido cienes y cienes de veces, un cojín pedorro entre la lección de sofisticación y de Gracia que nació de Ferran Adrià y que ha ramificado en infinitas demostraciones de belleza y calidad, y en todos los estilos culinarios imaginables. Harry’s no es nada en una ciudad que lo tiene todo. En tiempos de pandemia, en tiempos de economía de guerra es importante que el dinero se concentre donde el talento habita. Por la supervivencia del talento y por tu propia supervivencia. Es fundamental que la gente deje de ir a Harry’s inmediatamente. Primero, para dejar de parecer imbécil -es que más grave que serlo, es parecerlo, créeme- y luego porque los 50-90 euros que pienses gastarte esta noche no puedes tirarlos a la basura. Es inmoral, es escupir a los 50.000 féretros. En ningún caso, en ninguna época, podemos tirar el dinero a la basura ni vivir como si el talento no existiera, ni el arte, ni la belleza. Pero mucho menos ahora que lo serio, lo importante está en riesgo. Donde no llegue tu vanidad, que llegue tu inteligencia. Donde no llegue tu inteligencia que llegue la Barcelona que esperas dejarle a tus hijos y a tus nietos. No vayas a Harry’s nunca más. Si estás dentro, sal corriendo. ¡Corre! ¡Corre! ¡Corre, imbécil! Te estoy viendo. ¡Corre más! Para salir de Harry’s nunca se corre lo suficiente. Si te cruzas con Isabella dile adiós de mi parte y que nos vemos en el infierno. Es incomprensible que charlatanes de esta naturaleza hallen su hueco en una ciudad donde la verdad gastronómica es tan abrumadora y generosa con el cliente. ¡Es que cenar en Gresca no cuesta ni 100 euros! Camelot: «Los buenos escritores se copian entre ellos; los genios se copian a sí mismos». Los cocineros de Barcelona son genios y luego está Isabella con tu tontísima carne fileteada que te la vende como si fuera wagyu y no sabe absolutamente a nada, y le hacen coro el tropel de cretinos barceloneses que no se merecen la ciudad que tienen. A veces pienso que Dios tendría que ser menos piadoso y más exigente, pero también es verdad que cuando se pone flamenco entonces me da demasiado miedo. O sea, que dejémoslo como está, pero si de esta pandemia no aprendemos a tomarnos la vida en serio, a poner la intensidad, la esperanza y el dinero donde merece la pena, no habrán servido de nada tantas muertes. Si lo que tienes que hacer es ir a cenar a Harry’s vale más que te confinen, porque con este gusto para los restaurantes y esta audacia para el dinero, es imposible que no te acabes contagiando -del Covid y de cosas peores- del modo más lerdo. Si lo que tienes que hacer es ir a Harry’s, mejor pide algo por Glovo y así por lo menos nos ahorraremos tu plaza hospitalaria. Ahora tú imagínate que todo lo hiciéramos igual: los hombres volveríamos a trepar a los árboles en lugar de encontrar vacunas o escribir artículos como éste. Si no nos tomamos en serio la vida que nos queda, va a ser todo mucho más complicado. Hay que hacer un esfuerzo o vamos a quedarnos sin nada. Hay que huir de los cuchitriles y de los fraudes y defender lo verdadero. Hay que volver a creer, con todas las exageraciones del Evangelio. Hay que tensar el alma, recuperar el nervio. No nos vendrá mal un tiempo de ser algo quijotescos. Hemos vivido muy bien durante mucho tiempo y ahora toca defender la trinchera. No por los restaurantes, o por los cocineros, aunque yo también lo hago por ellos, porque de verdad les quiero, sino por la calidad de nuestra vida, de nuestra convivencia, para poder educar a nuestros hijos en lo que subyace y en lo que nos eleva, para no tener que perder el tiempo en los museos y que todo pueda explicarse sentándote en una mesa. ¿Qué vas a explicarle a tu hija en Harry’s que no sea el camino a otro tipo de locales, donde también presumen de carne y también la venden a peso? Si no nos tomamos un poco en serio nuestro dinero y nuestro momento, agonizaremos con la terrible crisis que nos espera. Y después de decir lo de Manhattan dirás que es culpa de la crisis o de América o del Gobierno pero yo allí estaré para decirte que tú eres el único culpable y que ser un cretino es peor que cualquier pandemia. Ser un cretino como tú lo eres, que no hace falta ni un sólo punto y aparte para ponerte contra la pared y todo el mundo ve lo burro que eres. Es lo mismo tener una ciudad como Barcelona y acabar votando a Ada Colau que tener un restaurante como Dos Palillos y arrastrarte en Harry’s como un analfabeto. Es lo mismo decir que eres independentista «porque vivimos oprimidos por España» que confundir Manhattan con este gran retrete aldeano que es Harry’s. En la línea de los funestos restaurantes del Grupo Tragaluz, que me parece que como tal ya no existen, aunque no estoy seguro ni me puede importar menos, Harry’s es el restaurante perfecto para que los turistas crean que es una intolerable exceso decir que Barcelona es la capital gastro del mundo. Y también el mejor modo de que los jóvenes que ahorran algunos euros para salir por fin a cenar a un restaurante sin sus padres, acaben pensando que la alta cocina es una estafa y que la próxima vez se continuarán gastando su dinero en drogas, tatoos o videojuegos. «Es que fui a Harry’s y no entendí nada». ¿Qué podrías entender? ¿Alguien cree que yo porque sí escribiría un artículo de una página entera sobre algo que desprecio? No es porque sí, es porque a veces «no ir» no basta y hay que insistir en el desprestigio de lo pérfido, de lo que por sí solo no se diluye y entorpece en crecimiento y la pervivencia de lo extraordinario, de lo que nos mejora, nos dignifica y nos enaltece. A veces hay que decir basta, y a restaurantes como Harry’s hay que decirles que no son serios, que no es presentable ni decente jugar de un modo tan clamoroso con el dinero y la buena fe de la gente, aunque sean unos imbéciles. No hiciste nada y Colau fue alcaldesa y Torra presidente. No te hagas como el que no va contigo, porque un golpe de Estado no lo dieron. ¿Tú a quién votaste? ¿O es que estabas en Harry’s cenando con Isabella? Puedes ir a Harry’s si quieres, pero luego no llames a los bomberos cuando todo tu mundo se incendie.

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