Salvador Sostres - Todo irá bien

Como si nos quisieran de verdad

«Pero Mas Ses Vinyes no es exactamente un hotel familiar, sino más bien para parejas que quieran concentrarse en sí mismas»

El hotel Mas Ses Vinyes de Begur (Gerona) ABC
Salvador Sostres

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En el artículo de la semana pasada sobre mi querido Fèlix, y mi querido Simpson, rocé el hecho de que el restaurante, tras sus años iniciales en el paseo de Llafranc, está ahora instalado en el Hotel Mas Ses Vinyes de Begur. Es un magnífico pequeño tesoro en el Ampurdán, con todo el encanto de aquella tierra pero protegido del ruido que sobre todo en la época vacacional la asola. El silencio es la primera característica. Hay momentos, por la tarde, cuando el sol cae a plomo y ni la piscina sirve de consuelo y todo el mundo está en sus habitaciones, en que parece que estés en el fin del mundo. No se oyen ni los insectos. Un paisaje corto y no demasiado alto, como así tiene que ser, según Josep Pla, para que puedas distinguirlo, te recuerda que no estás en ningún fin de nada sino en uno de los países más bonitos del planeta.

Yo fui con mi mujer y con mi hija, y lo pasamos muy bien, y Maria fue la reina de Simpson, en el almuerzo y en la cena, devorando el pollo a la brasa -muy especial pese a la apariencia común de su nombre- y los huevos rotos con patatas y jamón. También le pareció una fiesta poderse bañar a medianoche en la piscina, entre los pinos y las estrellas y las risas lejanas de los clientes que aún quedaban en Simpson pidiendo otro gintónic.

Pero Mas Ses Vinyes no es exactamente un hotel familiar, sino más bien para parejas que quieran concentrarse en sí mismas. Las camas son anchas, confortables, el aire acondicionado funciona con holgura, hay un generoso jacuzzi en cada habitación y la promesa de cenar bien, una vez nos hayamos dicho todo lo que nos teníamos que decir, y probablemente dos veces. Es un hotel para disfrutarlo en la tranquilidad, en el dulce no tener nada que hacer, en el amor cuando el amor no se ha agotado todavía, en las pulsiones más íntimas y más agradables, con el premio de poder almorzar y cenar en Simpson, sin la ansiedad de, por una vez que vas, querer comerte toda la carta.

Hay una austeridad muy interesante en Mas Ses Vinyes. La calidad del hotel y la calidad de la experiencia no se basa en el tipo de lujo innecesario y por lo tanto absurdo -y que por lo tanto no es lujo-. Cada vez me impacientan más estas imposturas y me ofende que quieran tomarme el pelo para exagerar artificialmente la factura. En Mas Ses Vinyes todo es confortable, todo tiene su sentido, su exacta proporción, su medida. No derrocha en lo que no hace falta y no escarima en lo que nos hace felices. Es el lujo inteligente, es el lujo que justifica el lujo, y que para nadie puede resultar ofensivo, ni siquiera dramáticamente privativo. No me parece excesivo que en un hotel de tan notables características una noche ronde los 250 euros. Entiendo -y lo siento- que no todo el mundo puede permitírselo, pero dentro de lo que hoy es el lujo en España, y en Europa, no son precios que resulten llamativos.

La piscina limita con el paisaje de un modo especialmente sensual e invitador, aunque sólo de madrugada puede estar uno completamente solo, y hay que ir con cuidado -suave, suave- porque hay muchas habitaciones al lado. Con esta última frase, evidentemente, no he querido decir nada. Mas Ses Vinyes duerme cada noche el paisaje del Ampurdán en su colina y cada mañana lo vuelve a despertar.

Dispone también de un pequeño pero coquetín circuito de aguas, que se abre sólo bajo reserva, y por espacio de una hora. Contiene jacuzzi, piscina de agua fría -ese vigor que los cuerpos ejercitados tantas veces necesitan- y una sauna. Es agradable, cómodo, pero con el calor de estos días la sauna ya está en el jardín, el jacuzzi en la habitación y la piscina al aire libre también da vigor, entre otros muchos sentimientos.

La noche cae suave pero húmeda en la terraza de Simpson y llegan los primeros clientes, normalmente muy bien vestidos. Predomina el blanco, el lino, las señoras guapas y los señores ricos. Así da gusto. Así da gusto estar, cenar y trabajar, porque estoy seguro de que Fèlix y Maribel agradecen mucho más tener este público que a pingajas y a don nadies. Estas cosas son importantes. Vestir bien, ser agradable. Da como un aire. La gente te llama clasista si lo dices, pero todo el mundo quiere estar en Simpson y nadie quiere ir al bar de la esquina. Será por algo.

Desmintiendo un poco -no mucho, pero un poco- lo de que Mas Ses Vinyes es más un hotel para parejas que para familias, en las golfas del edificio principal, el que correspondía al antiguo mas, hay un apartamento pensado justamente para familias, muy bien equipado, con cocina y dos baños y dos habitaciones, y un sofá cama, pensado precisamente pensado para familias y estancias largas, de como mínimo una semana. El precio aproximado es de 3.000 euros a la semana, que dicho así parece mucho pero que seguramente es una de las mejores maneras, y ni mucho menos la más cara, de pasar una semana veraniega en la Costa Brava.

El trato de todo el equipo de la casa es amable, servicial son ser servil y muy eficaz. Y siempre una sonrisa que parece sincera, como si nos quisieran de verdad

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación