Ropa sucia, jabón… y café

Abre en el Eixample de Barcelona la primera lavandería-bar de ambiente «hipster»

Marta Pérez muestra las máquina de su local LaBar PEP DALMAU

Tatiana Rojas

Las lavanderías viven un auténtico «boom» en Barcelona. Estos negocios se han multiplicado en los últimos años como respuesta al tamaño menguante de pisos y familias. A primer vistazo, en estos locales se observa la típica estampa: gente mirando como sus sábanas, camisas y calcetines se remojan en una lavadora de alquiler. Una postal triste bañada en el tedio de la rutina doméstica. Sin embargo, las iniciativas para vestir esta obligación con una pátina «hipster» que le de glamour van en aumento. «LaBar» (sic) es un buen ejemplo de ello. Se trata de la primera lavandería-cafetería de España que ofrece combinar dos actividades: lavar ropa mientras disfrutas de un café en un ambiente cálido y acogedor.

En un momento en el que parece que «todo está inventado» Marta Pérez y Gerard Navas, una joven pareja barcelonesa decidió poner en marcha una idea diferente e innovadora. Ambos ya fueron pioneros en los ‘foodtrucks’ y los hostales con encanto. «Pensamos por qué no hacer una cafetería con la lavandería, de manera que la gente en vez de esperar mirando como da vueltas la ropa, aproveche, bien sea para trabajar, tomar algo o conversar. Teníamos la fórmula y salió la idea», manifiesta Marta con efusividad mientras conversa con este diario con una taza en la mano.

LaBar-Laundry Bar da vida a una anodina esquina en la calle Consell de Cent de la ciudad condal. El local es un lugar atractivo tanto por fuera como por dentro, razón por la cual más de un transeúnte hace un alto en su camino, entra a curiosear de qué se trata el lugar, hace fotos y susurra: «¡Ostras, qué guay!» Es un espacio que no pasa desapercibido en el barrio. De entrada, su decoración, sus lavadoras tan peculiares y la distribución del espacio: por un lado los aparatos y por el otro la barra, son lo que más atrae a los clientes. «¿Las lavadoras se pueden usar ?» es la pregunta que más se escucha, la mayoría creen que solo son parte del decorado.

«Yo nunca he lavado, pero vengo aquí porque es muy acogedor, se está muy bien. Hay lugares de este estilo que se ven más en pleno centro pero aquí no había nada como esto», comenta Francesco, un italiano que disfruta de un café mientras trabaja con su portátil. “Hemos creado un movimiento de personas que hasta ahora no había utilizado una lavandería autoservicio , aquí les enseñamos», explica Pérez.

Si solo vienes a lavar, no estás obligado a consumir nada  , pero si te apetece encontrarás buen café, bocadillos de pan artesanal –la especialidad de la casa–, cervezas y zumos naturales. «Queremos tener productos más saludables y dar salida a marcas pequeñas». Además, en el segundo piso cuentan con una pequeña librería, donde la gente puede intercambiar libros y próximamente habrá domingos de vermut con música en vivo. «En Barcelona hay lavanderías muy normales . Yo siempre que iba me aburría porque me quedaba viendo la ropa, así, sin más», expresa Claudio, un argentino que se ha convertido en un cliente fiel a este curioso lugar en el que además de lavar la ropa se puede leer, comer y hasta «ligar».

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