Ramón de España y todas las risas del mañana
«Soy un señor que ha llegado a los 64 años comiendo tres veces al día, leyendo y escribiendo lo que fuera«, anuncia el escritor y periodista
Hace años que no prueba ni una gota de alcohol, por eso, cuando se sienta a la mesa, Ramón de España pide su prescriptiva «Coca Cola Zero» y se sienta a la mesa deseando que en el hilo musical de Spotify del restaurante se les cuelen Johnny Cash o Dean Martin.
«Soy un señor que ha llegado a los 64 años comiendo tres veces al día, leyendo y escribiendo lo que fuera: artículos, guiones, novela, ensayo. Fundamentalmente, me he pasado toda la vida poniendo una letra detrás de otra».
Un escritor en su sentido más extenso.
Algo así, sí. Hasta que no me dé el ictus que me sobrevendrá, antes o después, delante del ordenador, no se librarán de mí tan fácilmente.Ramón de España es hijo espiritual del underground barcelonés que eclosionó entre 1975 y 1980, entre la muerte de Franco y la llegada del pujolismo. «Franco se nos acababa de morir y las posibilidades, en esta Barcelona entonces cutre y gris, eran ilimitadas. Nosotros, los del underground, soñábamos con que se convirtiera en un Manhattan del Mediterráneo. Pero al final se nos ha acabado quedando 'la capital d'una nació mil·lenària', una ciudad cada vez más provinciana donde el término 'cosmopolita' se usa para insultar».
Hijo y nieto de militares y exacerbados patriotas, Ramón asegura «haber nacido ya vacunado contra cualquier forma de nacionalismo». Un nacionalismo que, a su entender, ha transformado Barcelona, una ciudad por la que no siente «ni un amor baboso, ni un odio idiota: simplemente vivo aquí por inercia».
Del cómic al cine, pasando por la literatura
Autor de la primera biografía española de Brian Ferry y de Buddy Holly, curtido como periodista musical en las páginas de Star, Disco Express y Vibraciones –las cabeceras que hablaban de la música de la que nadie más hablaba, en aquellos años de transición—, este «enemigo jurado de madrugar» ha fabricado novela, ensayo, cómic y hasta cine, con Haz conmigo lo que quieras, comedia nominada a los premios Goya de 2005. «Pensaba que aquello iba a tener una continuidad, pero los sucesivos proyectos cinematográficos en los que me he ido involucrando no han tenido fortuna. En fin, se ha hecho lo que sea podido».
Tras su paso por El País y El Periódico de Catalunya como preminente periodista, hoy asume el papel de azote del Procés a través de sus mordaces artículos en cabeceras como Crónica Global, amén de algunos libros que repasan, con humor cáustico, los últimos años de la política catalana. «Una frase para mi lápida podría ser 'Empezó hablando de Bowie y acabó escribiendo sobre Puigdemont' lo que, pensándolo bien, me identifica como un perfecto imbécil».
La cuestión es reír
«Sólo aspiro a reírme y a seguir manteniendo viva la curiosidad, durante el tiempo que me quede de vida», declara con la mirada perdida en todas las carcajadas del mañana.
Actualmente, está preparando su séptimo álbum de cómic junto con Montesol, «con quien vamos a dar continuidad a los que hicimos hace cuarenta años» en referencia a los inolvidables álbumes La Noche de Siempre y Fin de Semana. También está trabajando «en un libro que recoja mi serie de artículos La Barcelona Fantasma, publicada en Letra Global», además de «un nuevo guión cinematográfico, que a ver si esta vez la cosa tira» y «planteándome escribir una nueva novela, que sería la décima».
Es decir: periodismo, cómic, cine y literatura. Todo con humor. Lo que siempre has estado haciendo.
Sí, aunque a eso hay que sumar una serie de monólogos que estoy preparando a partir del experimento que hice, en ese formato, con Britney y Los Demás, un repaso personal a lo más chusco de la música Pop. La cosa fue bien y se vio interrumpida por el Covid19, así que a ver si, cuando pasa, me puedo dedicar a ir a bares a hablar, y encima que me paguen.
Enamorado de París y Nueva York, dos ciudades que ha conocido y a las que ha viajado una enorme cantidad de veces, sobre todo por haber ostentado ambas la capitalidad cultural del mundo durante sus años de juventud y primera edad adulta, confiesa que «ahora lo de viajar me interesa ya muy poco, entre otras cosas porque todas las ciudades europeas se van pareciendo cada vez más».
¿Han decidido ya los caballeros?, pregunta el camarero.
Creo que sí. ¿Ramón, tú qué prefieres? ¿Menú, raciones o plato combinado?
Menú o raciones. Lo del plato combinado me suena a cosa vieja de los 60, y yo ya soy lo suficientemente vintage como para, encima, pedir uno.