Ramon Espadaler - CRÓNICAS PANDÉMICAS CON...

Aprendiendo a ser humildes

El secretario general de Units explica su confinamiento en familia: «Siguiendo los consejos de los expertos, en casa hemos intentado establecer rutinas»

Ramon Espadaler

No es fácil acostumbrarse al confinamiento . No estábamos preparados para una situación como la que nos toca vivir y que nunca habríamos imaginado, pero no queda otro remedio que adaptarse.

Siguiendo los consejos de los expertos, en casa hemos intentado establecer rutinas para hacer más soportables unos días que se hacen largos. Nos ayuda el hecho de que Anna teletrabaja desde los primeros días y que Miqui, Maria y Queralt (de quien preparamos con sigilo su décimo aniversario), tienen bien pautados los deberes y las tele-clases. Miqui, desde el instituto, y ellas, desde la escuela, siguen razonables horarios lectivos, aunque, también hay que decirlo, con algún escaqueo. En este contexto, desempolvamos los complementos directos e indirectos, los triángulos isósceles y escalenos, los malditos verbos irregulares y tantas capitales, ríos y cordilleras de países que parecían muy lejanos, pero que la pandemia ha permitido que nos diéramos cuenta de que tal vez no lo son tanto.

Supongo que, como tantos, he aprendido a desenvolverme con cierta naturalidad en las videoconferencias tanto del grupo parlamentario de Socialistas y Units per Avançar, como del partido o de las instituciones y personas con las que nos reunimos. Sigo las comparecencias de los miembros del gobierno, colaboro en la preparación de iniciativas parlamentarias y, tan importante como eso, intento hablar y escuchar a personas que están en primera línea: sanitarios, policías, responsables de ONG... conversaciones que me hacen ver que, sin embargo, pertenezco al grupo de los afortunados. No sólo pasamos el confinamiento en familia, sino que, además, disfrutamos de salud, lo que da aún más sentido al aplauso de cada atardecer. Un aplauso que se ha convertido en una pauta más de nuestra rutina diaria y que nos permite descubrir la proximidad de unos vecinos de los que ni conocemos su nombre.

En resumen, poca tele y poca radio (ninguna tertulia), un poco de redes sociales, muchas vídeoreuniones, tareas del hogar, media hora diaria de pedaleo en la bicicleta estática (para no llegar a ninguna parte), lectura y, sobre todo, mucha música. Y todo a la espera de que vuelva una nueva normalidad, que quizás se parecerá poco a la que hemos vivido hasta ahora, pero a la que deberemos hacer frente. Espero, eso sí, que con la lección de humildad aprendida. Confío que seremos capaces de reconocernos como seres vulnerables, habitantes de un planeta que, por más que lo pensemos, no nos pertenece.

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