Oti Rodríguez Marchante - Barcelona al día
Rajoy tiene un plan y Puigdemont regala pizzas
Durante demasiado tiempo, el empresariado catalán y todas las fuerzas sociales, culturales y laboralmente activas se han mantenido en ese paso indeciso de Chiquito de la Calzada
Salvo a los que viven del independentismo, al resto del tejido social catalán, que es casi todo el mundo, lo natural es que le asalte la duda: ¿A quién creer, a Mariano Rajoy cuando viene con promesas y propuestas concretas, o a la pandilla basura cuya única obsesión es la fogata y el humo? Ya se han apresurado a argumentar los partidarios del muro que las promesas de Rajoy pueden quedarse sólo en eso, en promesas, aunque no señalan lo siguiente, que ya es obvio, que las promesas y propuestas del independentismo son absolutamente ciertas: fogata y humo, y para certificarlo no hay más que observar sus actos y atender sus palabras: los de la mochila que se te meten en casa mientras que los «líderes» del proceso están contando milongas allá donde les alquilen un local a cargo nuestro, porque lo del «off» Harvard de Puigdemont, además de bochornoso, es sumamente ofensivo a la inteligencia.
Puesto que los controladores del proceso ya han demostrado que no necesitan que la Justicia los inhabilite para ser completamente inservibles, se entiende que el presidente Mariano Rajoy cambie de interlocutor para sacar a Cataluña del atolladero, y obvie a la pandilla basura y se dirija directamente al empresariado catalán, auténtico motor de todo lo que Cataluña ha sido y será. Y estas son las imágenes que deberían sacarnos de la duda: en una, Mariano Rajoy habla con seriedad y números a una audiencia seria, crucial y que entiende de números, proyectos y futuro, y en la otra, Puigdemont se dirige a unos cuantos que pasaban por ahí a comer pizza para denigrarse y denigrarnos haciendo comparaciones muy reflexionadas sobre la calidad democrática española y la turca…, al tiempo que sus socios de Gobierno cogen sus mochilas y se van a amenazar y agredir a quienes no piensen como ellos, como si tal cosa (el no pensar como ellos) no fuera lo más natural del mundo.
Durante demasiado tiempo, el empresariado catalán y todas las fuerzas sociales, culturales y laboralmente activas se han mantenido en ese paso indeciso de Chiquito de la Calzada, y no hay ya más dilación para devolver a su sitio (sea cual sea) a todos estos Luther King de pacotilla. Rajoy se ha puesto a un lado del tablero, pero al otro no están los inhábiles ni inhabilitados, está el empresario, la gente, la cultura y lo importante de la sociedad catalana. Ya es otra partida, y habría que tener el talento de jugarla bien.