Rafael Rodríguez-Ponga - Tribuna abierta
El virus transformó la educación
«En unos pocos días, toda la docencia ha pasado a hacerse a distancia, por ordenador. Sin interrumpir el curso. El reto era muy difícil, verdaderamente»
En unos pocos días, toda la docencia ha pasado a hacerse a distancia, por ordenador. Sin interrumpir el curso. El reto era muy difícil, verdaderamente. Veamos cómo ha sucedido. Ante la epidemia de coronavirus, en febrero empezamos en la Universidad Abat Oliba CEU con medidas preventivas. Contactamos con nuestros alumnos en el exterior, especialmente Italia, para que volvieran. Pusimos carteles con consejos para evitar contagios. Y dispensadores de jabón desinfectante.
El lunes 9 de marzo, participamos en la reunión con la Generalitat: «Contagiosidad reducida», «llamamiento a la calma». Pocos casos en Cataluña. Pero aumentaban en Madrid. Estábamos en alerta. Pedimos a los profesores que aprendieran las herramientas de enseñanza a distancia (sobre todo Blackboard).
El martes 10, creamos una comisión de contingencia, con la participación del Comité de Empresa. Tomamos las primeras decisiones. Suspendimos viajes, como la peregrinación de profesores y estudiantes a Francia. Madrid ya estaba en crisis y su gobierno acordó la «suspensión temporal de la actividad educativa presencial». Ya había en España 1.639 casos: ¡En dos días se habían triplicado! (el domingo 8 eran 589). En Cataluña, el departamento de Educación decidió no ir al Salón de la Enseñanza, que acabó suspendiéndose.
El miércoles 11, ordenamos la enseñanza a distancia, a través del tutorial en la intranet y con sesiones de formación. Las noticias de Madrid asustaban. Sabíamos que aquí teníamos que correr. Era cuestión de días. Decidimos que el viernes no vinieran los alumnos, hasta después de Semana Santa.
El jueves 12, el presidente de la Generalitat nos reunió a los rectores de las doce universidades catalanas y preguntó si cerraríamos dos semanas. Le pedí que instara al Gobierno la declaración del estado de alarma. Decidimos coordinarnos a través del Consejo Interuniversitario de Cataluña (CIC). Esa misma noche, el departamento de Salud ordenó «la suspensión de la actividad lectiva-presencial de las universidades del sistema universitario de Cataluña». Una sola línea eran todas las instrucciones de la autoridad, que no cerraba las universidades ni sus variadas actividades. Teníamos que actuar. Nosotros ya estábamos organizándonos: por videoconferencia, nos reunimos como gabinete de crisis del grupo CEU (Madrid, Barcelona, Valencia, Vigo). CEU San Pablo iba por delante en las decisiones. Los equipos de gerencia y los vicerrectorados trabajaban contra reloj: ¡Todos! Hicimos los cursillos de formación de profesores, en las aulas de informática, con nuestro delegado para la transformación digital.
El viernes 13 firmé el decreto rectoral para ordenar el trabajo a distancia y cerrar todo tipo de actividades presenciales.
El sábado 14, ¡por fin!, el Gobierno decretó el estado de alarma: «Se suspende la actividad educativa presencial en todos los centros y etapas» y «se mantendrán las actividades educativas a través de las modalidades a distancia y on line, siempre que resulte posible». Estábamos preparados.
El lunes 16, empezamos las clases en línea. Los estudiantes estaban en sus casas. La mayoría de los trabajadores de la Universidad, también. Solo unos pocos acudieron al campus para mantener servicios básicos, completar su formación y recoger material.
El martes 17, el 100 % de la docencia ya era en línea. ¡En una semana lo habíamos logrado! Usamos tres fórmulas: gran parte del profesorado da su clase, en directo, a la misma hora que le corresponde, y los estudiantes conectan desde casa. Otros, prefieren grabar la clase y subirla a la plataforma. Otros, suben materiales varios. Algunos combinan las tres.
El miércoles 18, nos reunimos el equipo de gobierno por videoconferencia. Cada uno en su casa. Acordamos autorizar las prácticas curriculares y extracurriculares a distancia.
El jueves 19 ya había 17.147 diagnosticados. Qué ironía del virus: un mes atrás, el 19 de febrero, en el CIC discutíamos sobre la problemática de los grados de educación a distancia…
Escribo estas líneas el viernes 20. El edificio de la UAO CEU tiene el acceso restringido. El 100 % de la actividad es en línea: la docencia en todos los grados y másteres; la atención a los estudiantes; la información a los futuros alumnos; la feria virtual de universidades; y la atención psicológica, tan importante ahora. Sin incidencias.
Además, hemos comprobado la importancia de formar parte de la institución CEU, por su solidez y solidaridad entre sus 25 centros docentes. Todos nos hemos tenido que adaptar, como también han hecho nuestras entidades hermanas de Barcelona, los colegios Abat Oliba Loreto y Spínola.
El conjunto del alumnado, profesorado y todos los trabajadores han demostrado madurez, capacidad, responsabilidad y resiliencia. ¡Enhorabuena!
Rafael Rodríguez-Ponga es rector de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona